Diagnósticos del IMIP y habitantes del sector coinciden en que no hay suficiente infraestructura educativa para estudiantes de secundaria y preparatoria en la zona periurbana del suroriente de Ciudad Juárez. La lejanía y la falta de conectividad urbana dificultan el acceso a primarias y preescolares.
Por Jonathan Álvarez / Fotos: Favia Lucero
Ciudad Juárez, Chihuahua.— Jesús, Javier y Mónica son jóvenes de entre 15 a 18 años que viven en la zona periurbana del suroriente de Ciudad Juárez. Se trata de un sector que carece de las condiciones materiales y ambientales necesarias para una calidad de vida óptima, según el Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP).
Hasta hace poco se les había negado el acceso a la educación, pues los planteles de la zona están saturados, en especial las escuelas secundarias y preparatorias.
De acuerdo con el Diagnóstico de la Zona Periurbana de Ciudad Juárez publicado en 2018 por el IMIP, en este sector de la ciudad hay baja accesibilidad a planteles educativos de educación secundaria y preparatoria para la población de entre 12 a 17 años. Además, el 74 por ciento de los habitantes del suroriente considera que hacen falta más escuelas en su comunidad.
En una zona en donde habitan 440 mil 980 personas, hay solo seis planteles de secundaria técnica y nueve de secundaria general: 15 escuelas en total, de las cuales nueve cuentan con horario matutino y vespertino.
El estudio señala la existencia de un déficit de 13 escuelas secundarias en el sector, cuatro secundarias técnicas y nueve secundarias generales. También hacen falta dos escuelas preparatorias, pues actualmente solo hay cinco.
Para la educación a nivel superior está disponible la Universidad Tecnológica de Ciudad Juárez (UTCJ), la cual no da cobertura solo a esta zona, sino que es parte del equipamiento de toda la ciudad.
No solo la sobredemanda por acceder a los espacios educativos termina por excluir a los jóvenes que desean seguir estudiando; existen otras condicionantes que hacen difícil su inserción a los modelos educativos tradicionales.
A Mónica la rechazaron de la escuela secundaria general debido a que tenía 15 años cuando intentó ingresar. Le dijeron que por su edad ya no podía estar en el sistema escolarizado.
Jesús vivió algo parecido, pero a nivel primaria. Llegó a Juárez proveniente de Veracruz hace dos años, pero le faltaba cursar el sexto grado de primaria. Sin embargo, no lo aceptaron.
“No había cupo. Sentí feo porque yo quiero terminar todo”, expresa.
Leonardo dice que no le dieron las condiciones necesarias para terminar la escuela secundaria general.
En su paso por el sistema educativo tradicional, tenía que acudir a la Unidad de Servicio de Apoyo a la Educación Regular (USAER), un sistema de educación inclusiva del gobierno federal, pero se le dificultaba escribir y leer.
OSC, una bocanada ante la falta de oportunidades educativas
En una pequeña traila blanca ubicada en un terreno del fraccionamiento Parajes de San Isidro, Mónica hace un cartel con consignas sobre los derechos de las mujeres, con el que saldrá a marchar el 08 de marzo.
Allí, Mónica estudia la secundaria con el apoyo del Centro de Asesoría y Promoción Juvenil (CASA), asociación civil que desde 1990 ofrece programas educativos a adolescentes y jóvenes que habitan en las periferias de la ciudad.
Luego de que la rechazaran en la secundaria a la que intentó entrar, Mónica encontró en CASA la oportunidad de continuar con sus estudios.
El coordinador de CASA Orientarte, Antonio Zárate, considera que casos como el de Mónica evidencian la insuficiencia de espacios educativos para adolescentes y jóvenes en la zona periurbana o, en general, en el suroriente de la ciudad.
A Antonio le preocupa el crecimiento de la población del suroriente, que va de la mano con la construcción de nuevos desarrollos habitacionales. Con el crecimiento poblacional, llegará un aumento significativo de adolescentes y jóvenes en ese sector de la ciudad, explica.
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“Las escuelas están siendo rebasadas por las condiciones sociales (…) se siguen construyendo fraccionamientos y siguen llegando nuevas familias, pero no se siguen abriendo espacios educativos para nivel básico (…) en ese sentido, tendríamos que ya estar planteando en la política pública cómo crear más espacios, y la verdad es un tema pendiente”, advierte.
Diariamente, cuatro o cinco familias solicitan la admisión de sus hijos para estudiar la primaria o la secundaria en CASA, pero, por las limitaciones en su infraestructura, no se puede atender a todos, cuenta Antonio.
“¿Qué va a pasar con toda la infancia y adolescentes que no van a contar con un espacio para estudiar? (…) El tema educativo en esta zona va a seguir creciendo. Me parece que con el crecimiento de la población, debería estar una propuesta (de política pública educativa)”, considera.
Al igual que Mónica, Javier y su hermano entraron a CASA para terminar la primaria y comenzar la secundaria. Ambos acuden a estudiar de lunes a viernes para reforzar sus habilidades de lectura, escritura y matemáticas.
“Cuando llegué aquí me dieron un apretón de mano y me abrazaron. Me dijeron ‘aquí vas a poder terminar tus estudios’ y me puse muy alegre porque sabía que lo iba a lograr”, recuerda Javier.
A Leonardo también lo aceptaron en CASA para terminar la secundaria. Tras su paso por escuelas generales, en las que se dificultaba su aprendizaje, encontró que los servicios educativos que le brindaban en CASA se ajustaban mejor a sus necesidades.
Así como CASA, existen otros esfuerzos de la sociedad civil que ofrecen oportunidades de estudio y empleo a jóvenes del suroriente. Ese es el caso de Modelo Desafío.
Desafío es un modelo de empleabilidad juvenil y capacitación que ha conseguido insertar a personas jóvenes en la vida productiva, cuenta Ivonne Lira, coordinadora de enlace e intervención familiar.
El programa surgió como respuesta a los contextos de violencia, rupturas familiares, falta de oportunidades laborales y de estudio en las familias que habitan en las periferias.
Por eso Desafío trabaja en ocho puntos de la ciudad, en los que brinda capacitación para el trabajo y la vida a jóvenes de entre 16 a 29 años que no estén estudiando ni trabajando.
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“Son jóvenes que no tienen oportunidad de seguir estudiando o tienen un trabajo informal pero no pueden solventar su economía con ese salario”, explica.
Ivonne considera que existe un déficit de instituciones educativas en las zonas periféricas de la ciudad, como el suroriente. La falta de oportunidades para acceder a la educación es un problema que se agrava o va de la mano con la falta de servicios públicos en esas zonas de la ciudad, considera.
“Muchas veces el joven o niño tiene que trasladarse más lejos de su domicilio y a veces es complicado por el transporte público. Esto limita a que el joven o el niño siga estudiando”, opina.
En ese mismo sentido, el Diagnóstico de la Zona Periurbana del IMIP asegura que el transporte público tiene un papel muy importante en el acceso de la población a los centros educativos.
De acuerdo con el diagnóstico, el 72 por ciento de los estudiantes que llegan a la escuela en más de una hora, lo hacen a través del transporte público.
De hecho, el transporte público en el suroriente de Juárez es cada vez menos y peor. En las últimas dos décadas el servicio se ha reducido a menos de la mitad, mientras la población crece año con año. Esto se ha traducido en menor acceso a estructuras de oportunidades, entre ellos, los servicios educativos.
“Las transformaciones que se han venido presentando en las últimas dos décadas, tales como la dispersión en la zona suroriente (…) han marcado cada vez más diferencias entre la población que puede llegar a acceder a los servicios básicos”, sentencia el IMIP en el diagnóstico.
Sin asegurar acceso a la educación, Municipio permitirá más dispersión
El 14 de diciembre el Cabildo de Juárez derogó un instrumento urbano que condicionaba la construcción de casas en el suroriente para contener el rezago de la infraestructura y servicios públicos.
Con la revocación del ‘Polígono de Actuación Talamás para Vivienda Nueva en la Zona Periurbana Suroriente’ se abrió la puerta a la construcción de más fraccionamientos en esa zona de la ciudad, la cual tiene más de 25 mil viviendas deshabitadas, de acuerdo con el IMIP.
Una de las condiciones que disponía el instrumento para las empresas constructoras de vivienda era la presentación de una “opinión y/o factibilidad de la Secretaría de Educación y Deporte del Gobierno del Estado y/o la instancia federal competente, de que se cuenta con la viabilidad de dotar a los futuros residentes del desarrollo, con cobertura educativa básica (preescolar, primaria y secundaria)”.
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Durante la discusión en Cabildo para derogar el instrumento, regidores de oposición se inclinaron por seguir solicitando este dictamen, pero el alcalde Cruz Pérez Cuéllar consideró que eso sería injusto para las empresas constructoras.
Si bien los diagnósticos del IMIP indican que hay un superávit de preescolares y se cumple con el número mínimo de planteles de escuelas primarias, existen graves problemas de conectividad en la zona que limitan la movilidad a estos espacios, considera el mismo instituto. Por otro lado, el déficit de secundarias y preparatorias se mantiene, mientras se proyecta que la población siga creciendo.
No desisten de sus sueños
Niñas, niños, adolescentes y adultos jóvenes que se han topado con dificultades para acceder al sistema educativo, en gran medida debido a la nula planeación urbana para las periferias de la ciudad, no cesan en la búsqueda por cumplir sus objetivos.
Este marzo iniciará una nueva generación de jóvenes que se integrarán a Desafío. Muchos de ellos buscan retomar sus estudios y otros capacitarse para el trabajo.
A Mónica y a Leonardo les gustaría continuar con una carrera, una vez que concluyan la preparatoria.
Javier quiere estudiar mecatrónica para tener mejores condiciones de vida y para construir un robot para su tío:
“Me gustaría estudiar mecánica para hacer un robot. Mi tío una vez me hizo un ‘robotcito’, que era como un luchador y se transformaba en carrito; por eso quiero estudiar eso, para regresarle uno a mí tío”.