julio 2, 2024
Comunidades

Yo Soy Rediseño Social: por los derechos de las juventudes en contacto con la ley

‘Yo Soy Rediseño Social’ surgió en el año 2016 en las instalaciones de la Tenda Di Cristo. El programa brinda atención psicosocial integral a adolescentes y jóvenes de 14 a 29 años en contacto con la ley.

Por Jonathan Álvarez / YoCiudadano

Ciudad Juárez, Chihuahua.— Las tradiciones de la gastronomía mexicana y salvadoreña se mezclaban en su cocina. Lo que en México es un pan semita redondo, distaba mucho de aquel pan dulce cuadrado, relleno de piloncillo y bañado en azúcar, que elaboraba antes de emigrar de la República de El Salvador hasta Ciudad Juárez, en México.  

Wilber Mejía llegó a Juárez hace siete años. Una amiga de él prestaba servicio social en la asociación civil la Tenda Di Cristo. En este enclave en donde se gestan diferentes programas sociales para población en situación de vulnerabilidad, aprendió a hacer diferentes estilos de pan. 

En un principio, dice, se le hacía difícil memorizar los nombres del pan de México, ya que siempre regresaba a los que aprendió en El Salvador, donde se formó en el oficio de panadero. 

Hoy, Wilber da un taller de panadería a un grupo de 10 jóvenes que forman parte del programa Yo Soy Rediseño Social (YSRS) en la Tenda Di Cristo.  

Wilber, que ahora estudia para convertirse en chef profesional, cuenta que el objetivo del taller es que los jóvenes aprendan un oficio para que puedan emplearse y desarrollarse profesionalmente. 

El taller de panadería forma parte del modelo de reinserción social para adolescentes y jóvenes en contacto con la ley, un programa implementado en el suroriente de Ciudad Juárez y cuyo objetivo es la restitución de sus derechos humanos.  

Wilber Mejía, tallerista de panadería en la Tenda Di Cristo / Foto: Jonathan Álvarez
 Desde el suroriente, trabajan por la restitución de derechos de adolescentes y juventudes 

El programa Yo Soy Rediseño Social (YSRS) surgió en el año 2016 dentro de las instalaciones de la Tenda Di Cristo. El programa tiene como objetivo brindar atención psicosocial integral a adolescentes y jóvenes de 14 a 29 años en contacto con la ley, relata Alejandro Sapién Mendez, coordinador del programa. 

Desde 2020 opera como un modelo de intervención que ha comenzado a ser replicado en otras partes del país, como en Nuevo Casas Grandes en Chihuahua y La Paz en Baja California Sur.  

“Trabajamos la esfera integral del joven: individual, familiar y social, con base en lo que el juez o el sistema penitenciario les dictamina. Nosotros somos un programa de reinserción que trabaja con diferentes perfiles de población”, dice Alejandro.  

El coordinador del programa explica que los diferentes perfiles de adolescentes y jóvenes contemplan a aquellos que han estado en contacto con la ley, desde faltas administrativas hasta quienes deben de pasar por una audiencia con un juez de control o ejecución. 

Adolescente del programa YSRS en taller de panadería / Foto: Jonathan Álvarez

 YSRS ofrece apoyo jurídico, psicológico, social, educativo, psiquiátrico y de vinculación laboral tanto a adolescentes y jóvenes que cumplen una medida cautelar de externamiento como aquellos que pasaron por una medida de internamiento en el Centro de Reinserción Social para Adolescentes Infractores (Cersai). 

“A ellos también les damos atención, dentro y fuera. Damos talleres de capacitación laboral y cuando salen, si viven por la zona sur de Juárez, les damos seguimiento”, explica Alejandro. 

Entre los servicios que ofrece YSRS está una serie de talleres para el trabajo, tales como el de panadería y barbería. El programa busca brindar a los adolescentes y jóvenes habilidades blandas y habilidades para el trabajo que abonen a la restitución de los derechos humanos de esta población.

Los adolescentes también pueden acceder a talleres de derechos humanos, género, desarrollo humano y nuevas masculinidades, así como a actividades deportivas, culturales y artísticas. Incluso pueden grabar su propia música, pues la Tenda Di Cristo cuenta con un estudio de grabación. Cada uno de los jóvenes lleva un proceso terapéutico de acuerdo con sus necesidades y contexto.

Ser adolescente en el ‘otro Juárez’

La falta de oportunidades en las juventudes surge como consecuencia de la violencia estructural que se ejerce sobre esta población en núcleos urbanos poco planeados y desatendidos por las esferas de gobierno.

Alejandro Sapién opina que en la ciudad existen ‘muchos Juárez’, cada uno con sus particularidades. El Juárez del suroriente suele ser un ecosistema urbano violento, disperso y con deficientes servicios e infraestructura pública básica. En su lugar, narra Alejandro, se ha apostado por el crecimiento económico de fraccionamientos, comercios e industria maquiladora, sin que esto suponga un desarrollo social para las juventudes.

Lo anterior tiene un impacto significativo en el acceso a oportunidades de desenvolvimiento a las que pueden acceder las y los adolescentes.

“Trabajamos con ellos en la restitución de sus derechos. La mayoría tuvo muchas carencias en su infancia (…) el 99 por ciento de los jóvenes vienen de colonias con un alto índice delictivo, en donde no hay acceso al agua, al transporte público, al alumbrado a espacios recreativos (…) estamos hablando de una violencia estructural, de una violencia urbana”, explica.

Alejandro y el equipo de YSRS trabaja en una comisión de reinserción para las juventudes, en la que participan defensores públicos, agentes del Ministerio Público, las autoridades policiales municipal y estatal, jueces e instancias como el Sistema de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA).

Uno de los principales retos en la reinserción que Alejandro identifica tiene que ver con el acceso a recursos para llevar a cabo programas de restitución de derechos como YSRS. Alejandro expone que el gobierno continúa sin etiquetar recursos para la reinserción a través de políticas públicas establecidas.

Por fortuna, expresa Alejandro, instituciones de segundo piso como FICOSEC, FECHAC y Fondo Unido apoyan programas como YSRS.

El otro reto es la visibilización del tema y la no estigmatización de las personas que pasan por un proceso de reinserción social. Alejandro explica que es importante que los tomadores de decisiones y los empleadores sean conscientes de que la población beneficiaria de programas como YSRS pueden reinsertarse en la vida social y productiva.

“Creo que a nivel político y económico hace falta conocer este tema de reinserción de adolescentes en contacto con la ley y, sobre todo, que la ciudad no los estigmatice y los vea como personas a las cuales se les debe restituir sus derechos, porque antes de ser victimarios también fueron víctimas”, considera.

Joven prepara la masa para hacer bolillos en taller de panadería / Foto: Jonathan Álvarez
En la cocina, se preparan para el trabajo

Es viernes 28 de julio, Wilber y la chef Dalia de León preparan los insumos para la clase del taller de panadería. En esta ocasión, toca hacer pizzas.

 Una decena de adolescentes, beneficiarios del programa YSRS, se apresuran a saltear ajos y cebollas para hacer la salsa de tomate. Mientras tanto, Wilber explica que durante el taller se les enseñan los tiempos de cocción, cómo aplicar los ingredientes y cómo elaborar distintas piezas de pan como conchas, roles de canela, cortadillos, cuernitos, polvorones, mantecadas y bolillos.

Una sesión puede extenderse hasta cinco horas, dice Wilber; en el amasado y el horneado se va el tiempo. Al final de la sesión, los jóvenes y los maestros se reúnen para intercambiar pensamientos sobre el proceso de la receta que les tocó preparar, comparten cómo se sintieron y qué se les dificultó.

Adolescentes de YSRS preparan pizzas en taller de panadería / Foto: Jonathan Álvarez

Después de eso, cada uno parte con 8 piezas de pan para que le den de probar a sus familias lo que hornearon durante el día.

Jorge* (seudónimo)  un joven de 19 años lleva dos meses asistiendo a las diferentes actividades de YSRS. Sus actividades favoritas han sido la panadería y la hidroponia, dice.

Mientras le da forma a la masa para hacer bolillos, cuenta que le gustaría ser diseñador de modas. Para lograrlo, dice que primero necesita terminar sus estudios de preparatoria.

“Aquí me la he pasado muy bien, he aprendido muchas cosas. A mí la neta me gustaría ser diseñador, me empezó a interesar por la música y mi meta es que un cantante use mi ropa. Ese es mi sueño, no sé si se vaya a hacer pero hay que echarle ganas, porque para atrás, ni para agarrar vuelo”, dice convencido.

A Wilber le resulta reconfortante ver el progreso de los jóvenes que asisten a su taller de panadería. En ellos ve reflejada su historia de éxito, pues hace siete años la Tenda Di Cristo le abrió sus puertas, consiguió una beca y comenzó a estudiar.

La cocina, desde entonces, ha sido su laboratorio de experimentos, en donde fusiona los saberes que ha aprendido en El Salvador y México.

“Aquí adquirí otras técnicas. A veces es batalloso pero es divertido. Me gusta ver el crecimiento en los jóvenes, porque en las últimas clases ya no les digo qué hacer, ellos hacen el pesaje, la masa, cortan el pan y hacen las figuras. Para mí es muy satisfactorio empezar con un grupo de 10 y terminar con un grupo de 10”, dice.

Wilber acomoda las pizzas recién horneadas por los adolescentes de YSRS / Foto: Jonathan Álvarez