A través del programa ‘Suma Social’, la asociación civil La Tenda Di Cristo brinda oportunidades para la reinserción escolar y capacitación para el empleo de las juventudes del suroriente, una zona con un alto rezago en acceso a servicios, infraestructura pública y planteles de educación básica.
Por Elizabeth Ramos / YoCiudadano
Ciudad Juárez, Chihuahua.– En el suroriente de la ciudad, organizaciones civiles y actores sociales trabajan para impulsar iniciativas que hagan frente al contexto de desigualdad a la que se enfrentan las y los jóvenes que habitan en este sector.
La Tenda Di Cristo, una organización que forma parte de una red de comunidades internacionales con el mismo nombre, es uno de estos esfuerzos que desde 2001 se ha enfocado en desarrollar programas de reinserción social, educación y restitución de sus derechos dirigidos a las juventudes.
La organización, ubicada en la colonia Fray García de San Francisco, en el suroriente de la ciudad, ha identificado que las juventudes en este sector enfrentan graves condiciones de rezago en infraestructura pública y acceso a servicios básicos, además de un contexto marcado por la violencia.
De acuerdo con Alejandro Sapién Méndez, coordinador de Yo Soy Rediseño Social, una de las principales problemáticas en el suroriente es la falta de escuelas y de capacitación para el trabajo, lo que deriva en que las juventudes tengan un avanzado rezago educativo y estén más expuestas a factores de riesgo de violencia o a delinquir.
Yo Soy Rediseño Social, uno de los programas insignia de La Tenda Di Cristo, fue creado en 2016 para dar atención psicosocial integral a adolescentes y jóvenes de 14 a 29 años que egresaron del Centro de Reinserción Social para Adolescentes Infractores (Cersai), mediante espacios de escolarización, socialización e integración comunitaria a los jóvenes y sus familias.
Como una alternativa para las juventudes que se enfrentan a condiciones similares, pero que no cumplen con una medida de internamiento, en 2022 la organización lanzó el programa ‘Suma Social’, que ofrece educación abierta y capacitación para el empleo a adolescentes de 15 a 29 años.
Cristián Panti González, coordinador de ‘Suma Social’, explica que parte importante de la reinserción social es trabajar con las dos poblaciones, tanto con los adolescentes del Cersai como con la comunidad en general, para que se reinserten en la sociedad y no se les discrimine ni se violenten sus derechos humanos.
“Buscamos que se ejerza el derecho a la educación y también que puedan socializar con otras personas, sin ningún estigma de la situación que hayan vivido”, comentó Panti.
Una segunda oportunidad
A través de ‘Suma Social’, junto a otros adolescentes del suroriente, Brigette Luna y Wendy Morales, de 15 años, están por culminar la secundaria y la primaria, respectivamente. Fueron amigos y familiares quienes las motivaron a buscar otras oportunidades para seguir estudiando.
Además de estudiar, participan en otros talleres de oficios que ofrecen en ‘Suma Social’, como de panadería y cocina, donde Brigette ha aprendido cosas que nunca imaginó que podía llegar a hacer por sí sola.
Como muchos adolescentes de su edad, Brigette y Wendy tuvieron que abandonar sus estudios por causas ajenas a ellas. Los problemas económicos, familiares y los cambios de domicilio fueron algunos factores que las obligaron a frenar sus estudios.
La falta de infraestructura educativa, como lo señala Alejandro Sapién, es un factor predominante en el sector. Los casos de Brigette y Wendy son ejemplo de ello, pues anteriormente se negó el acceso a la educación porque los planteles del suroriente están saturados, en especial secundarias y preparatorias.
Cuando estuvieron en condiciones para retomar su educación, ya no se les permitió acceder al sistema educativo formal porque habían superado la edad límite, algo a lo que muchos otros adolescentes se enfrentan constantemente.
A Brigette la rechazaron de la escuela secundaria porque ya había cumplido 15 años cuando intentó ingresar de nuevo. Le dijeron que por su edad ya no podía estar en el sistema escolarizado y que tenía que buscar la oportunidad en secundaria abierta.
Wendy vivió algo parecido, pero a nivel primaria. Por cambios de domicilio dentro de la ciudad, tuvo que pausar sus estudios hasta encontrar una escuela cercana y con disponibilidad en el suroriente. Le faltaba cursar el sexto grado de primaria, y cuando intentó retomar ya no la aceptaron por haber rebasado la edad límite, sin la esperanza aparente de poder retomar su educación.
“Cuando intenté entrar a la escuela ya no había cupo en la Secundaria Federal 15 y las demás escuelas me quedaban muy lejos, así que me tuve que quedar fuera; antes de llegar aquí (a Suma Social), pues yo me puse a trabajar en las segundas de San Pancho”, relató Brigette.
Actualmente, con el apoyo de La Tendi Di Cristo, ambas jóvenes se encaminan a ponerse al corriente con sus estudios.
Falta de escuelas, servicios y transporte facilitan la deserción
El Diagnóstico de la Zona Periurbana de Ciudad Juárez, del Instituto Municipal Investigación y Planeación (IMIP), afirma que en el suroriente no se cuenta con la infraestructura educativa suficiente para cubrir con la demanda de los estudiantes de todos los niveles.
De acuerdo con la Encuesta Urbana Sociodemográfica 2018 (EUS), que se cita en el Diagnóstico, “el 74% de los habitantes de la zona consideran que hacen falta más escuelas en su comunidad, sobre todo de nivel secundaria y preparatoria”.
Por su parte, la Radiografía Socioeconómica 2023 del IMIP muestra que en la zona periurbana del suroriente hay 58 primarias y solo 17 secundarias. Frente a esto, el Diagnóstico del IMIP señala la existencia de un déficit de 13 escuelas secundarias en el sector.
El Diagnóstico del IMIP también señala que entre las principales razones por las que adolescentes del suroriente dejan de estudiar está directamente relacionado con la economía: el 32 por ciento dijo que lo hizo por falta de dinero y otro 17 por ciento porque tenía que trabajar.
Asimismo, según estadísticas del INEGI, en 2021 se imputó a 3 mil 260 adolescentes por presuntos delitos de narcomenudeo. El 90.2 por ciento se debió a la presunta posesión simple de narcóticos, siendo la marihuana y las metanfetaminas las principales drogas por la que se imputó a las y los adolescentes.
En 2022, ocho de cada 10 adolescentes en privación de la libertad o con medidas externas de sanción informaron que alguna vez en su vida consumieron algún tipo de droga: alcohol, tabaco y marihuana fueron las de mayor prevalencia, informó el INEGI.
“Muchos de estos chavos, al no tener una cobertura educativa, hay más indicio del consumo de drogas; sumado al reclutamiento del crimen organizado, los chicos que empiezan a delinquir a temprana edad, (…) a incursionar en estos delitos por su mismo contexto”, señaló Alejandro Sapién.
A ‘Suma Social’ también llegan adolescentes que tienen problemas en casa y que por el contexto de violencia estructural no solo son víctimas de los delitos, sino que se encuentran en riesgo de también cometerlos, comentó.
Cristián Panti señaló que otro factor que agudiza la problemática es el crecimiento desordenado y la falta de servicios en este sector de la ciudad, sobre todo, de transporte público que pase por los planteles.
“El transporte público es realmente deficiente. Hemos tenido una lectura de muchachos que se avientan hasta 40 minutos del espacio de dónde vienen para llegar aquí con nosotros, entonces sí hay distancias bastante complicadas, incluso para llegar a otras escuelas fuera de la zona”, indicó el coordinador de ‘Suma Social’.
Ante este panorama, durante los últimos dos años el programa Suma Social se ha posicionado como un espacio para la educación y la restitución de derechos de jóvenes en situación de riesgo en el suroriente.
Su enfoque inclusivo promueve no solo el desarrollo de habilidades académicas y profesionales, sino también espacios de socialización y reinserción, que buscan contribuir a un entorno más justo e igualitario.