Ciudad Juárez, Chihuahua.— Los zapatos de tacón parecen no cansarla pues ya pasa mediodía y ella entra a la sala de paredes blancas con paso firme y apresurado. Dice que ha tenido un día muy ajetreado al tiempo que toma asiento en uno de los extremos de la mesa larga que ocupa casi todo el espacio. Respira hondamente. Está lista para la entrevista.
Su nombre es Elia Orrantia Cárdenas y por 15 años ha trabajado a favor de las mujeres víctimas de violencia que viven en Ciudad Juárez.
Elia inicia la conversación relatando que proviene de una familia de puras mujeres —seis mujeres en total—, su madre y cinco hermanas. Aparte está su padre, a quien describe como “el mejor padre del mundo, pero con ideas machistas”.
No estar de acuerdo con las ideas del único hombre de su familia bastaron para que a los 19 años de edad, justo cuando iba a entrar a la universidad, Elia y dos de sus hermanas decidieran irse de su casa.
“De ahí, empecé a ser independiente. En el año 84, era un año en el que quienes vivíamos solas éramos muy mal vistas socialmente; como que lo bueno era ser hija de mamá y de papá”, recuerda y una leve sonrisa se le dibuja en los labios.
Además de tener la responsabilidad de cumplir con la universidad, Elia trabajaba por las noches en un restaurante que se llamaba Chihuahua Charlies.
“Todo esto me hacía ser una chica diferente, porque trabajaba de noche, no vivía con mamá y papá, no cumplía con muchos estereotipos para ser ‘una chica bien’, digámoslo así”, comenta.
Pero para Elia ir en contra de los estereotipos siempre ha sido el camino preferido, pues desde niña estaba en desacuerdo con usar vestidos y traer el cabello largo; “yo recuerdo que fui la única de mis hermanas que no quiso la quinceañera; me cuestionaba ciertas cosas”, menciona y mueve ligeramente su lacio cabello corto.
Todas estas inquietudes, desacuerdos y cuestionamientos que siente desde que tiene memoria, fueron puntos clave para que Elia optara por dedicarse a brindar apoyo a las mujeres que lo necesitan, así como a promover y luchar por sus derechos.
Aunque reconoce que en la ciudad se tienen avances sobre estos temas, Elia opina que en el tema de feminismo “culturalmente nos falta tanto pues no es algo que se entienda. Nos ven como que queremos destruir familias, como que queremos destruir a los hombres y pocas entendemos verdaderamente que el feminismo busca solamente la igualdad entre hombres y mujeres”.
Su postura en la silla ya no es la misma que cuando llegó. Parece que narrar su historia la ha relajado y le ha permitido olvidarse de los minutos transcurridos, aunque al principio haya comentado que tiene el tiempo limitado debido a otras juntas de trabajo a las que debe asistir.
Elia recuerda que su primer acercamiento al feminismo fue gracias a Mónica Alicia Juárez, la jefa de su área cuando laboraba en Gobierno Municipal, su segundo trabajo después de egresar de la carrera en Administración de Empresas de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
Para Elia, la maestra Mónica Alicia Juárez es “una mujer verdaderamente comprometida con el feminismo, en el decir y en el hacer, y ella fue la que me acercó a sociedad civil”, agrega.
“Me gradué y empecé a trabajar en una empresa privada, después me fui a gobierno, siempre en el área administrativa. Pero por un cambio de administración me quedé sin trabajo y Mónica Alicia Juárez me invitó a trabajar en Casa Amiga, como administradora, en el año 2003”, relata.
Ahí, en Casa Amiga, asociación civil dedicada a fomentar una cultura de respeto total a la integridad física, emocional y espiritual de mujeres, niñas y niños de la ciudad, conoció a la fundadora de la asociación civil: Esther Chávez Cano, activista chihuahuense elegida como la ‘Mujer Ilustre’ de este año.
Al hablar sobre este hecho su tono de voz se llena de fuerza y orgullo por haber compartido con la primer mujer mexicana en registrar y luchar en contra de los feminicidios del estado.
“Cuando entré, yo no sabía nada de feminismo, nada de violencia. Recibí mucha capacitación y pensé ‘¿adónde vine a dar?’. Había gente muy idealista, un gran equipo que tenía Casa Amiga, con compromiso social hacía todos los temas de género. Mi propósito ahí fue darle una estructura, y creo que lo logré, una estructura que hasta la fecha en lo administrativo se sigue haciendo”, dice Elia.
De la misma forma, menciona que en menos de dos meses “ya era parte de ese equipo y lo primero que yo encontré en Casa Amiga fue un lugar donde por fin empecé a identificarme, empecé a darme cuenta de que muchas cosas que yo consideraba estaban mal, era al contrario. Siempre había en mí esta inquietud de estar haciendo algo por los otros, por las otras, pero a mí, exactamente, los temas de apoyo a las mujeres me llenaron”.
Durante cuatro años se encargó del área administrativa de la asociación civil, hasta que en el 2006 la invitaron a participar en ‘Sin Violencia’, organización hermana de Casa Amiga, en donde también trabajó como administradora.
En el 2012 Elia dejó Sin Violencia y comenzó a ejercer su carrera en Ciudadanos Comprometidos con la Paz, otra asociación enfocada en generar, mantener y apoyar programas para gestar una cultura de paz.
Después de que Sin Violencia cerrara sus puertas, Elia fue contactada en 2014 para que apoyara en la reapertura de la organización y fungiera como Directora, puesto que actualmente ocupa y desempeña con gran pasión y compromiso.
Teniendo presente sus estudios, Elia opina que “una organización que tiene la parte administrativa bien sustentada puede llevar a cabo un buen servicio porque es lo que finalmente te hace sustentable en algún momento”. Es por ello que su licenciatura y su ideología hacen una buena combinación para trabajar en favor de las mujeres.
“Ya adentro del área administrativa te das cuenta que es muy difícil hacer mucho con muy poco. Lo que más me sorprendía en ese tiempo eran los pocos recursos con los que podías trabajar en sociedad civil y hasta la fecha me sigo cuestionando la falta que muchas organizaciones tenemos para tener mejores prestaciones para tus equipos de trabajo, que las mismas organizaciones no nos damos cuenta de lo valiosos que somos”, puntualiza con ademanes que demuestran firmeza en su declaración.
Sin embargo, la falta de recursos no desmotivan a Elia pues a pesar de ello responde entre sonrisas que sí tiene sueños y metas para la asociación en la que trabaja y para la ciudad en la que vive.
“En cuestión de la organización, lograr tener instalaciones y programas de primer nivel, y que sobre todo nos ayuden a seguir cumpliendo y generando impacto. Me interesa que cada mujer, cada niña, cada niño que atendemos, verdaderamente logre un cambio en su vida”.
“Con respecto a políticas públicas, me encantaría que hubiera más sanciones para los agresores y no necesariamente la cárcel, sino programas de reeducación, de incorporación a programas sociales. Que verdaderamente hubiera una sanción para quien hace una agresión, como la hay para quien se pasa un semáforo en rojo”, comenta.
Así como le gustaría que se sancionara los agresores, también le gustaría que las mujeres conocieran sus derechos, se apropiaran de ellos y aprendieran a ejercerlos, “porque a través de eso vamos a ir aprendiendo a cómo ser más solidarias entre mujeres, cómo apoyarnos más unas con las otras”.
“Debemos darnos cuanta de lo fuertes que somos. Yo siempre he mencionado que por algo nos han tenido siempre tan oprimidas, porque a lo mejor se dan cuenta que somos muy fuertes. Tenemos que buscar en nosotras mismas nuestra fortaleza y saber que hay muchos espacios en donde podemos ir poco a poco redescubriendo de qué somos capaces con las herramientas que cada una tengamos”, agrega Elia, como un mensaje final dirigido a todas las mujeres.