El suroriente de Ciudad Juárez se ha convertido en un epicentro de violencias contra las mujeres. Los efectos de la dispersión urbana y la carencia de infraestructura social las coloca en una situación de vulnerabilidad mayor.
Por Jonathan Álvarez / Foto: Favia Lucero
Ciudad Juárez, Chihuahua.— El estado de Chihuahua está entre los primeros lugares a nivel nacional en delitos relacionados con la violencia contra las mujeres. De 2019 a la fecha, los casos de violencia han aumentado de forma constante en Ciudad Juárez, siendo las zonas periféricas del suroriente las que tienen mayor incidencia.
De acuerdo con estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Ciudad Juárez es la urbe con la cifra de feminicidios más alta en el país. De enero a octubre de este año se documentaron 22 casos y la incidencia por cada 100 mil mujeres casi triplica a la media nacional.
Chihuahua es el sexto estado con más feminicidios en el mismo periodo, con 41, a los que se suman otros 92 casos catalogados por la Fiscalía como ‘homicidios dolosos de mujeres’.
El estado se ubica en el tercer lugar en cuanto a mujeres víctimas del delito de lesiones culposas y el primer lugar de mujeres víctimas de secuestro. Además tiene un alto número de casos de corrupción de mujeres menores de edad, con 93, y otros 28 de trata de personas.
“Veíamos particularmente que en los Distritos Valle y Sur las llamadas al 911 por violencia familiar eran las más altas”, dice Sandra Ramírez, directora de la asociación Colectiva Arte, Cultura y Equidad, que trabaja por la prevención de la violencia.
Ramírez colaboró entre 2016 y 2021 con el Instituto Municipal de las Mujeres, y fue entonces cuando se planteó la necesidad de crear un fondo para abordar la problemática desde los servicios ofrecen diversas organizaciones.
Como resultado, en 2019 se lanzó la estrategia ‘Entrelazando Redes: Por una Vida Libre de Violencia’, auspiciada por el Fideicomiso para la Competitividad y Seguridad Ciudadana (Ficosec), la Fundación Paso del Norte y la Fundación del Empresariado Chihuahuense (Fechac).
Desde 2019, gracias a la estrategia, Ficosec ha destinado 36 millones de pesos en programas y acciones dirigidas a más de 5 mil mujeres, niñas, niños y adolescentes. Por su parte, tanto la Fundación Paso del Norte como la Fechac han destinado 3 millones de pesos cada una.
En noviembre de este año, las organizaciones impulsoras presentaron estadísticas sobre violencia familiar y sexual que viven mujeres, niñas y adolescentes en el suroriente de Juárez. Los datos confirman que la ciudad ha presentado una tendencia creciente de casos de violencia familiar.
Destacaron que de las 3 mil 680 carpetas de investigación iniciadas por violencia familiar, 3 mil 337 permanecen sin resolución (es decir, hay un 96.1 por ciento de impunidad) y que el 89 por ciento de las víctimas de violencia familiar son mujeres, principalmente en el rango de edad de 18 a 34 años.
Las mujeres más vulnerables a este tipo de violencia son las que habitan en el suroriente, destacando colonias como Riberas del Bravo, Parajes del Sur y Senderos de San Isidro.
La zona suroriente también concentra la mayor cantidad de violencia sexual, principalmente en las colonias Parajes del Sur, Riberas del Bravo, Senderos y Parajes de San Isidro, Carlos Castillo Peraza, Hacienda de las Torres, Parajes de Oriente, Praderas del Sol y Finca Bonita.
Dispersión de la ciudad profundiza las violencias
Son múltiples los factores que influyen para que el suroriente sea una zona con altos índices de violencia, comenta Sandra Ramírez.
“La vida se vuelve más costosa, porque la movilidad es larga. También se vuelve costosa en términos de tiempo y energía (…) la dispersión urbana no va a la par del crecimiento de la infraestructura social”, detalla.
Sandra dice que, si bien el mercado ha crecido junto con la ciudad, no sucede así con la infraestructura social, pues el suroriente carece de espacios para la recreación y está lejos de los servicios de emergencia, salud y educación, todos derechos fundamentales de las mujeres que no se han garantizado por la dispersión.
La lejanía de esta infraestructura desincentiva la denuncia y la rápida atención de emergencias, por lo que las mujeres están en completa vulnerabilidad, sostiene Ramírez.
“¿Cómo se le garantiza a las mujeres del suroriente el traslado seguro de su vivienda para llevar a sus hijos a la escuela?, ¿cómo se les da seguridad si hay un lote baldío intermedio? (…) pareciera que para habitar el suroriente las mujeres tienen que hacer un esfuerzo extraordinario”, concluye.
Colectivarte participa en la estrategia ‘Entrelazando Redes’ con acciones para prevenir la violencia de género a través de los emprendimientos. Ramírez se dice convencida de la necesidad de crear condiciones para que las mujeres logren su independencia económica, porque este aspecto suele mantenerlas vinculadas con sus agresores.
Margarita Sánchez, residente de Praderas de Oriente, relata que cayó en una profunda depresión tras un accidente ocurrido hace cuatro años. Una madrugada, al salir de su trabajo como obrera en una maquiladora, fue atropellada por un automovilista que se dio a la fuga.
El accidente le dejó grandes secuelas físicas y complicaciones para volver a caminar. Pasó cinco meses confinada en su casa por la profunda depresión que sufrió.
Agrega que el entorno urbano del suroriente es violento por sí mismo y poco seguro para las mujeres que habitan en él.
“Las mujeres hemos quedado minimizadas, cuando realmente somos la base de la familia. Sin mamá, hermana, sin la hija no hay entorno familiar”, dice.
Animada por su hermana, Margarita decidió tomar los cursos de emprendimiento que se imparten en La Promesa, edificio sede de Colectivarte, ubicado en la calle Tres Jacales de la colonia Praderas de Oriente.
Asegura que los cursos le ayudaron a recuperar su bienestar emocional. Además, obtuvo herramientas para hacer trabajos de alambrismo y bisutería que hoy comercia con familiares y conocidos en Estados Unidos.
Margarita dice haber aprendido a valorarse y a quererse a sí misma. Actualmente desea poner un local y vender la joyería que elabora.