diciembre 24, 2024
Investigaciones

Acompañar desde la empatía: OSC hacen frente al incremento de suicidios en Chihuahua

Especialistas señalan que el aumento de casos de suicidio en el estado, que ha colocado a Chihuahua con la tasa más alta a nivel nacional, está influido por la desigualdad económica y social, así como a la falta de políticas públicas para atenderlos, la desinformación y la estigmatización. Ante este panorama, organizaciones de la sociedad civil hacen frente a la problemática a través del acompañamiento para la prevención, atención y posvención del suicidio en Ciudad Juárez.

Por Elizabeth Ramos / Portada: Favia Lucero

Ciudad Juárez, Chihuahua.— A Andrea* se le quiebra la voz al hablar de lo que pasó a principios del año, cuando intentó quitarse la vida consumiendo una gran cantidad de pastillas. Conocía el riesgo, pero no se detuvo a dudar. Una serie de acontecimientos que atropelló su infancia y adolescencia, sumada a la depresión y ansiedad, la llevaron a un estado de desesperación, soledad y desesperanza, en el que constantemente pensaba en quitarse la vida.

Las pastillas que ingirió ese día, y a las que tuvo acceso por medio de un compañero de la secundaria, no tuvieron el efecto que ella esperaba, pero pasó un fin de semana en el hospital. 

“Sabía el riesgo de que podía morir y por eso justamente me daba igual. No le hallaba sentido si vivía o moría, no pensaba. Estaba en un sentimiento de ‘no me importa nada’”, dice Andrea. 

Perla*, madre de Andrea, recuerda que en aquel momento se sintió muy “ofuscada”, no sabía qué hacer, pero por recomendación de su hermano acudió al Centro Familiar para la Integración y Crecimiento A.C. (CFIC), en donde le ofrecieron orientación y atención psicológica para su hija.

Andrea es muy inteligente y reservada. Tiene 13 años. Mientras muerde sus uñas, revisa su pasado y su presente, y con voz entrecortada habla de aquello que durante mucho tiempo mantuvo en silencio y que marcó su infancia.

A los 6 años fue abusada sexualmente por el cuñado de su hermana y a los 10 fue víctima de delito contra la intimidad sexual. A estos acontecimientos se sumó el acoso que sufría en la escuela y las peleas constantes con sus padres.

También le afectaba la ausencia de sus padres, pues su madre tenía que trabajar y además dedicar mucho tiempo a los cuidados del padre de Andrea, que a causa de la diabetes desarrolló discapacidad visual-motriz y lleva un tratamiento de hemodiálisis.

Andrea explica que con el tiempo estos factores la llevaron a desarrollar pensamientos suicidas y empezó a autolesionarse. Pensaba que si fuera una mejor hija no habría discusiones con sus padres; que ella tenía la culpa de las discusiones entre ellos; que si ella no estuviera, no tendrían tantos problemas.

Andrea siente que, a raíz de la enfermedad de su padre, le fue arrebatada una parte de su infancia, porque tenía que pasar mayor tiempo en los hospitales y no jugando, y en ocasiones pasaba semanas con su hermana. Fue entonces cuando ocurrió el abuso sexual.

“A mí me abusaron porque yo solo quería jugar. Yo solo quería jugar y él me dijo ‘si te dejas hacer esto, jugamos a lo que tú quieras’. Y yo le hacía caso y ya después jugábamos”, cuenta Andrea.

La ausencia de Perla por cuestiones de trabajo y de cuidados complicó la situación. “Necesitaba más acercamiento con mi mamá”, dice Andrea. Aunque su red de apoyo inmediata era su padre, piensa que necesitaba más “la madurez” y compañía de su madre para enfrentar las violencias a las que se enfrentaba.

 Por su parte, Perla habla sobre la complejidad de equilibrar la labor de cuidados de su esposo, trabajar y, al mismo tiempo, hacerse cargo totalmente del hogar y de Andrea. “Quizá esa sea la razón por la que ella se siente alejada de mí”, dice. 

Antes de tomar las pastillas, cuenta Andrea, ya estaba consciente de que necesitaba ayuda. Comenzó a tener “pensamientos intrusivos” que la llevaron a investigar sobre el suicidio y reconocer que algo no estaba bien.

“Yo dije ‘necesito ayuda, necesito alguien a quien contarle seriamente mis problemas y que me ayude profesionalmente’, porque no iba a llegar con un amigo y que me diera un mal consejo de ‘mátate’. Necesitaba ayuda de alguien que sí supiera como es el funcionamiento de las cosas y de la mente”, explica Andrea.

Desde hace siete meses acude con uno de los psicólogos de CFIC. En algunas ocasiones, sus padres le acompañan para comprender mejor su situación. Andrea cuenta que, gracias a las terapias, ha superado algunos de sus problemas, desistió de su ideación suicida y disfruta más la vida, aunque reconoce que hay muchas cosas que aún debe cambiar y que habrá días buenos y malos.

* Los nombres han sido cambiados para proteger la identidad de las personas involucradas.

Foto: Elizabeth Ramos
Una problemática multifactorial

La directora de CFIC, Silvia Aguirre Lomelí, explica que en los intentos de suicidio entre adolescentes se han identificado factores de riesgo recurrentes, como el acoso, la violencia familiar y la pérdida de una pareja. Sin embargo, advierte que el suicidio es multifactorial y no se puede atribuir a una sola causa. 

Aguirre Lomelí enfatiza que la persona que se suicida “es porque pierde la esperanza, porque no ve otra salida. No es cobarde ni valiente, es una persona que está sufriendo y que debe saber que no está sola”.

El maestro en psicología Óscar Balcázar, director del Centro de Salud y Bienestar Integral A.C. (CESABI), apunta que a menudo los casos de intento de suicidio se presentan en personas que están experimentando una situación de violencia.

“Quien quiere terminar con su vida tiene un fuerte deseo de dejar de vivir la experiencia de sufrimiento de ser uno mismo”, puntualiza.

Por ello, es importante identificar las “periferias” alrededor de un suicidio consumado: el intento, la tentativa, la ideación suicida, el deseo de morir, incluso, antes que todo eso y de manera frecuente, “el deseo de no estar aquí”.

Balcázar explica que hay personas que no dicen expresamente que quieren morir, pero lo manifiestan con frases como “quisiera no estar aquí”, “quisiera desaparecer un poco”, “desaparecer un ratito nada más y después volver”.

En este sentido, el director del CESABI apunta que las personas tienden a creer que su situación no va a cambiar, y no es que no quieran pedir ayuda, sino que en el pasado ya lo hicieron y se decepcionaron. No la vuelven a pedir “porque fue una experiencia desagradable”.

Foto: Favia Lucero
Desigualdad, uno de los detonantes

Una investigación en proceso del maestro Óscar Balcázar, con base en casos analizados entre 2014 y 2023, ha identificado que las zonas en donde más ocurren suicidios son las periferias de la ciudad, particularmente el suroriente y el norponiente. 

A partir de su análisis territorial, Balcázar señala que en estas zonas es donde hay mayor desigualdad social y las personas tienen más dificultades de acceder a derechos y activos comunitarios, como servicios básicos de salud, educación, movilidad, e incluso de acceder a espacios de recreación seguros, y eventos de cultura y arte.  

De acuerdo con Balcázar, una de las teorías contemporáneas sobre el suicidio contempla dos elementos sociales que influyen en las personas, la primera es “sentirse una carga para los demás” y la segunda es “la falta de pertenencia”.

En este aspecto, la desigualdad social y las limitantes de acceder a servicios básicos influyen en que las personas se sientan una carga porque no pueden acceder en igualdad de condiciones a la educación, al trabajo o a la salud.

“Las condiciones desiguales de cómo se distribuye el desarrollo de la ciudad tienen un efecto en la salud mental de las personas e inciden en tener un efecto en los casos de suicidio”, advierte Balcázar. 

Por lo anterior, para el director del CESABI es importante que en estas zonas se promueva la creación y cuidado de espacios públicos en donde las personas puedan convivir, solicitar y recibir apoyo entre miembros de la comunidad, como una medida de prevención del suicidio.

Foto: Favia Lucero
Un acompañamiento humanista

El Centro Familiar para la Integración y Crecimiento (CFIC) se fundó en 1999 y en 2010 se constituyó como una asociación civil. Desde entonces enfoca sus esfuerzos en “acompañar a las familias de Ciudad Juárez, niñas, niños, adolescentes, adultos mayores, parejas, en sus procesos de rehabilitación emocional”, explica Silvia Aguirre.

En sus inicios, CFIC solo acompañaba procesos de duelo y pérdida a través de la tanatología, pero su intervención en la ciudad fue creciendo con la identificación de otras problemáticas.

Entre 2008 y 2012, durante la época de mayor violencia en Ciudad Juárez, CFIC atendió a víctimas directas e indirectas a través de talleres de tanatología y terapias para trabajar los procesos de duelo.

Así, la asociación desarrolló un modelo de intervención para las víctimas de cualquier tipo de violencia, que incluye talleres de duelo, escuela de perdón y reconciliación, y talleres de resiliencia.

La directora de CFIC relata que, a través del trabajo en tanatología, han encontrado “mucho dolor y mucho sufrimiento”, pero también el poder de la comunidad para acompañar y sanar los procesos de duelo.

Además de tanatología, el Centro tiene otros cinco servicios: Educación para la Paz; Resiliencia; Desarrollo Humano y Espiritualidad; Justicia Restaurativa; y Prevención del Suicidio. En este último, además de la terapia psicológica, se llevan a cabo diplomados, acciones de prevención e incidencia política como la reciente Ley para la Prevención, Atención y Posvención del Suicidio.

Foto: Elizabeth Ramos

Aguirre Lomelí explica que, desde el campo de la psicoterapia y de la atención al suicidio, lo más importante es generar confianza a través de la escucha atenta del paciente. Por eso, en CFIC se da “un acompañamiento humanista, sensible, amoroso, que no juzga, empático, un acompañamiento congruente de aceptación incondicional del paciente”.

Andrea encontró en CFIC la ayuda que buscaba. Explica que, a partir de las terapias, los pensamientos suicidas han desaparecido y ya no se autolesiona. “Ya empiezo a disfrutar más las cosas, por mínimas que sean las empiezo a disfrutar”, cuenta. Además, la relación con su madre ha mejorado y ahora sienten más confianza y empatía.

Como sobreviviente de suicidio, Andrea considera que el primer paso para cambiar es darse cuenta, comunicarlo y aceptar la ayuda de profesionales. Por otra parte, Perla ahora comparte con otros padres la importancia de atender la salud mental de sus hijos e hijas. 

Silvia Aguirre destaca la importancia de que las personas que han intentado suicidarse trabajen las emociones que quedan después, que pueden ser culpa, miedo y coraje. Mientras que en los casos consumados la posvención, es decir, el acompañamiento a la familia posterior al suicidio.

Chihuahua, con la tasa de suicidios más alta en el país

De acuerdo con el INEGI, en México se registraron 8 mil 837 suicidios durante 2023, cifra que representa el 1.1 por ciento del total de muertes. Entre 2013 y 2023, la tasa de suicidio presentó una tendencia creciente: pasó de 4.9 a 6.8 suicidios por cada 100 mil habitantes.

Chihuahua es el estado con la tasa suicidio más alta en el país, con 15 suicidios por cada 100 mil habitantes, seguido de Yucatán con 14.3, Campeche con 10.5 y Aguascalientes con 10.5.

De acuerdo con el INEGI, durante 2023 se registraron 554 defunciones por suicidio en el estado de Chihuahua, siendo de 456 hombres y 97 de mujeres.

De acuerdo con información proporcionada por el Instituto Chihuahuense de Salud Mental (ICHISAL), de 2019 a 2023 hubo un aumento de casos de suicidio del 35.8 por ciento en el estado. Tan solo el año anterior hubo 512, siendo el más alto en los últimos cinco años, mientras que de enero a julio de 2024 ya han ocurrido 304 suicidios en el estado.

Juárez se mantiene como el segundo municipio con más casos de suicidios, mientras que el municipio de Chihuahua ocupa el primer lugar.

En lo que va de 2024, el municipio fronterizo lleva 88 casos. En 2022 se registraron 117 casos y en 2023 fueron 127.

Los datos oficiales indican que la mayoría de los suicidios son cometidos por hombres. Además, durante 2024 se concentraron mayormente en personas jóvenes de 25 a 29 años, con 44 casos, seguidas de las edades de los 20 a 24 con 41 suicidios y de los 15 a 19 fueron 38.

De acuerdo con datos del informe ‘Así Estamos Juárez 2023’, en 2022 el 3.1 por ciento de la población aceptó haber pensado en cometer suicidio, mientras que el 31.9 dijo haberlo intentado.

Silvia Aguirre señala que las cifras disponibles no son precisas, ya que existen casos que no son contabilizados: “se sabe de uno que lo intento, pero de 20, 25 atrás, no”.

 Óscar Balcázar considera que el aumento de los casos de suicidio responde también a la desintegración social, al estigma y a que no se destinan recursos para la investigación y generación de conocimiento en torno al tema. “Se reconoce poco, y de lo que poco se conoce, poco se habla y tendemos a invisibilizar”, advierte.

Además, la falta de una atención médica apropiada refuerza la estigmatización y la desinformación en torno a esta problemática.

“Todavía se piensa que, si una persona dice que se va a suicidar, no se suicida. O que una persona que se suicida es cobarde. Hay una serie de mitos que todavía trae la gente, incluso religiosos, que si una persona se suicida se va a condenar, por ejemplo”, explica la directora de CFIC.  

 Ley estatal, resultado de la colaboración

El pasado 12 de octubre, el Congreso del Estado de Chihuahua aprobó por unanimidad la primera Ley en el estado para la Prevención, Atención y Posvención del Suicidio, impulsada por CFIC y la Red de Organizaciones Dedicadas a la Prevención y Atención de Trastornos Mentales, Neurológicos y por Abuso de Sustancias (Rotmenas).

La ley representa un avance en el tema de salud mental y busca ofrecer una comprensión más profunda del suicidio como un fenómeno complejo, así como brindar las herramientas para la prevención y atención profesional y oportuna.

De acuerdo con Silvia Aguirre, el suicidio debe verse como un problema de salud pública. Por ello la nueva ley pretende reducir el estigma y facilitar el acceso a servicios de la salud mental, además de obligar a las y los servidores de la salud a que se capaciten y atiendan a las personas con riesgo de suicidio, así como a los familiares.  

En este sentido, Óscar Balcázar, también consultor de Rotmenas, reafirma que operativamente la ley va a permitir capacitar a personal médico y de salud en actualizarse en la prevención del suicidio y “a no reproducir estigma o no reproducir ideas equivocadas”.

Foto: Favia Lucero

Previo a la aprobación de la ley aprobada, las organizaciones recorrieron un largo camino. Silvia Aguirre explica que en 2020 fue la primera vez que se impulsó la iniciativa, pero fue rechazada y solo 23 propuestas se tomaron en cuenta para incluirlas como reformas a la Ley de Salud Mental del Estado de Chihuahua.

Aguirre opina que la aprobación de la ley es el resultado de estar “tocando puertas” y un ejemplo de voluntad política, “porque todos los partidos políticos en el Congreso se unieron para apoyar y aprobarla”. En este sentido, considera que solo visibilizando la problemática es que las personas se pueden comprometer a hacer algo.

Balcázar, por su parte, destaca la participación de organizaciones civiles como CFIC y Rotmenas en la creación de la ley. “Fue monitorear, debatir y exigir condiciones lo más dignamente posibles de acceso a la salud para las personas que están en riesgo de suicidio”, explica.

Aguirre coincide en que uno de los aprendizajes es el trabajo en red y la suma de esfuerzos entre organizaciones y personas expertas. El siguiente paso, dice, es dar seguimiento a la construcción del reglamento de la legislación local.