Ciudad Juárez, Chihuahua.— Sentada en una banca de madera frente a la capilla de la Tenda di Cristo, una organización que en Ciudad Juárez brinda apoyo a personas en distintas situaciones de vulnerabilidad, Luz inhala profundo y se prepara para contar su historia. Sus manos están entrelazadas cuando comienza a hablar. En esta ciudad adolorida por la violencia machista, opina, es común que las autoridades encargadas de impartir justicia no actúen con perspectiva de género. Luz dice que, aunque ella era víctima de violencia familiar por parte de su expareja, él logró demandar y quitarle a sus dos hijos. Desde el año pasado procedió la demanda por violencia familiar en su contra y ahora debe cumplir medidas de reparación. Es a través del programa Yo Soy Mujer Empoderada, cobijado por la Tenda di Cristo, que Luz ha recibido un acompañamiento integral para cumplir con ello. “Desde que yo me separé de él, fue de estar con demandas por una cosa o por otra. Me demandó diciendo que trataba mal a mis hijos, que no los alimentaba, que no les ponía atención. Y eso me llevó a perder a mis hijos, le dieron un resguardo a él que ahorita ya tiene más de un año”, dice. Luz recuerda aquel día en el que su vida cambió por completo: sus hijos estaban de visita con su padre y regresarían al poco tiempo. Pero los minutos se hicieron horas. Acompañada por una patrulla, acudió hasta donde estaban sus hijos. Entonces su expareja se limitó a informarle a los policías que él tenía un resguardo para quedarse con los menores. Desconcertada se retiró del lugar sin poder hacer nada. Al día siguiente acudió a los organismos correspondientes, en donde le avisaron que tenía una demanda por violencia familiar. Luz asegura que desconocía de todo este proceso pues nunca fue notificada. Este año el Instituto de Servicios Previos al Juicio la canalizó al programa Yo Soy Mujer Empoderada para que cumpla con las medidas de reparación, que en su caso, es recibir 12 sesiones de terapia con perspectiva de género, pagar más de 8 mil pesos a las víctimas y entregar una manutención de casi mil pesos a su expareja para cubrir los gastos de sus hijos.
Un esfuerzo único para atender a mujeres en contacto con la ley
Pilar Olvera es la coordinadora del programa Yo Soy Mujer Empoderada, que trabaja de manera integral con mujeres adultas que tienen alguna medida cautelar o que están privadas de su libertad en el Centro de Reinserción Social Estatal (Cereso) Femenil número 2, y con sus familiares. “Somos un proyecto enfocado en la reinserción. Es decir que no solamente nos enfocamos en el proceso terapéutico, sino que también abonamos a la parte laboral. Apoyamos en la búsqueda de empleos, impartimos talleres de emprendimiento, apoyamos a las familias de las mujeres y también brindamos apoyo jurídico”, indica Olvera. Todos los apoyos que se otorgan de manera gratuita desde el programa tienen el objetivo de reinsertar a las mujeres en la sociedad y de prevenir que reincidan o participen en otro delito. Esto lo hace un proyecto pionero en la ciudad, donde la mayor parte de organizaciones de la sociedad civil trabajan a favor de las mujeres que son víctimas y no con las acusadas de haber cometido un delito. En 2019, ante el incremento de denuncias por violencia familiar y sexual en el suroriente de la ciudad, el Fideicomiso para la Competitividad y Seguridad Ciudadana (Ficosec) lanzó una convocatoria para que organizaciones trabajaran el tema. Fue así como, desde la Tenda di Cristo y su programa inicial Yo Soy Rediseño Social (que atiende a personas menores de 18 años en contacto con la ley), nació Yo Soy Mujer Empoderada. Desde entonces y hasta la fecha han atendido a alrededor de 400 y 500 mujeres junto con sus familias, que entran en alguna de las cuatro poblaciones con las que trabajan: casos de seguimiento, mujeres privadas de la libertad, mujeres canalizadas por el Instituto de Servicios Precios al Juicio, y su familiares. Actualmente, en los casos de seguimiento cuentan con 45 mujeres beneficiarias del año pasado. A este grupo pertenecen las que ya terminaron las terapias y sus medidas de reparación.
“Es seguimiento porque buscamos que no reincidan. Les hacemos visitas domiciliarias, mantenemos comunicación con ellas y apoyamos a algunas que solicitan servicios para recuperar la custodia de sus hijos”, agrega.
Entre la población de mujeres privadas de la libertad, trabajan con 150 que se encuentran en el Cereso Femenil número 2. Durante todo el año realizan pláticas sobre prevención de la violencia, derechos humanos, género y terapia grupal. Con las mujeres que son canalizadas por el Instituto de Servicios Previos al Juicio realizan sesiones de terapia individual o grupal, les ayudan a crear un plan de vida, les brindan apoyo jurídico y de trabajo social, así como los talleres de emprendimiento. Hoy en día, 40 mujeres son usuarias de estos servicios. Los talleres que reciben son de joyería, textiles, huertos urbanos y panadería. Todos estos se imparten en las instalaciones de la Tenda di Cristo, ubicada en el suroriente de la ciudad, donde también se encuentran las oficinas de Yo Soy Rediseño Social y Yo Soy Mujer Empoderada. La cuarta población que reciben es a las familias de las mujeres usuarias. A sus hijas e hijos se les apoya para que continúen sus estudios, o en la realización de algún trámite. Por el momento trabajan con 250 familiares. “Este proyecto nace a raíz del nulo apoyo a Mujeres privadas de la libertad o con alguna medida cautelar en tema de reinserción o reintegración social con perspectiva género y derechos humanos en la ciudad y dado a la alta de denuncias de violencia familiar y violencia sexual infantil al suroriente de la ciudad”, dice Olvera.
Cuando la justicia es patriarcal
Luz ha interpuesto alrededor de cuatro demandas en contra de su expareja por violencia familiar, pero algunas no han procedido y otras siguen en proceso. Uno muy lento a comparación del que ella tiene en su contra. “Una vez yo le dije al juez ’si a mi me llega a pasar algo, porque yo conozco los alcances de esa persona, hasta que sea una más de todas las mujeres que han fallecido aquí, ahí es donde me van a entender y me van a creer que era verdad lo que yo estaba diciendo’”, dice. Aun con el resguardo que tiene su ex pareja, Luz podía ver cada semana a sus hijos en sesiones supervisadas en el Centro de Convivencia Familiar Supervisada del Poder Judicial del Estado, pero esto cambió cuando empezaron las audiencias en Ciudad Judicial por la demanda que ella interpuso. “Fue tan claro. Días después de la audiencia me tocaba la convivencia y para ese día ya mis niños me odiaban, ya ese día mis hijos ya no querían a su mamá”, dice y hace una pausa para tratar de contener el llanto. “Yo dependía mucho de él en todos los aspectos y ahora que ya no estoy con él y vi la reacción de mis hijos sé que ellos están pasando lo mismo que yo”, lamenta. Desde entonces no ha podido verlos. Ella se presentaba a las visitas y veía que sus hijos estaban ahí pero no le permitían tener contacto. Para Luz ha sido un proceso desgastante en varios sentidos, tanto psicológico, físico y económico, pero contar con el apoyo de Yo Soy Mujer Empoderada le ha permitido mantenerse fuerte. “He aprendido a llevar todo esto porque antes sí era de estar llorando casi todos los días, estaba en una depresión tremenda, ya no quería hacer nada. Iba a trabajar porque tengo que hacerlo y el hecho de ver que no me hacían caso en ningún lado me estresaba, me hacía sentir muy mal. Llegué aquí y empecé a ver diferente el panorama. Estoy muy bien, he aprendido varias cosas, el estar llevando todo esto, tener calma, tener paciencia, no desesperarme. El estar bien yo como persona para poder seguir llevando todo esto para recuperar a mis hijos”, menciona. De acuerdo con Pilar Olvera, gran parte de las mujeres que están en contacto con la ley o que están privadas de la libertad también han sido víctimas de diferentes tipos de violencias. Además sufren abandono de sus familias al momento de ser ingresadas al Cereso femenil. “Si vemos la historia de vida, los antecedentes de estas mujeres, nos damos cuenta y se comprueba que ellas son víctimas de esta violencia y que esta violencia ya se está replicando”, dice la coordinadora del programa. Agrega que la sociedad y las autoridades reaccionan diferente cuando una mujer es acusada de algún delito, pues está normalizado que los hombres cometan actos ilícitos. Las mujeres sufren mayor estigma y desigualdad al momento de una detención, dice. La misma situación sucede con las que están privadas de su libertad. “El contexto de un hombre en el Cereso es diferente. La esposa, los hijos siguen yendo a visitarlo, pero en el caso de las mujeres no es así. Una mujer que entró a prisión pierde la custodia de los hijos, algunas no tienen pareja o el padre no se hace responsable, entonces los hijos terminan pasando a las abuelas, y la mujer no tiene el apoyo de su pareja en reclusión. Sí podemos mencionar que una mujer que está en prisión es doblemente violentada en sus derechos porque no tiene esta red de apoyo. Ese es uno de los retos que tenemos como organización y fue por lo que decidimos trabajar con ellas, porque es una población que no tiene esta atención”, comenta Olvera. A pesar de todo, Luz se muestra positiva y segura de que podrá volver a vivir con sus hijos. Mientras tanto, continúa trabajando para pagar la reparación del daño y acudiendo a las terapias y actividades del programa. “No me cansaré y seguiré haciendo lo que me corresponde hacer para recuperarlos”, dice, empoderada.
NOTA: Si te interesa ayudar a las mujeres que atraviesan algún proceso penal, puedes donar artículos de higiene personal, como papel de baño, toallas sanitarias, pasta de dientes, cepillo dental, desodorante, jabón en barra para cuerpo y jabón zote. Puedes llevarlos a las instalaciones de la Asociación La Tenda Di Cristo, Calle Fray de San Antonio de Arriaga #1140 y Mesa Central,Colonia San Francisco 32548, o comunicarte al teléfono 656 664-8690