Juguetes, ropa, muebles y antigüedades de segunda mano comprenden el paisaje del mercado Revolución, y de las tiendas populares en Juárez.
Por Valeria Tolentino
Es común que al transitar por la ciudad nos encontremos con gente que vende artículos de segunda mano: personas que se ponen frente a su casa, o bien, en áreas establecidas para este tipo de ventas. El mercado Revolución, es una de dichas áreas, de las más antiguas y populares que hay en Ciudad Juárez.
Ubicado en el cruce de las calles Mauricio Corredor y Rafael Velarde, en la Zona Centro, para quienes recorren esa parte de la colonia Chaveña durante el día, es una costumbre ver las banquetas llenas de muebles, antigüedades, ropa y artículos varios.
Este mercado es, para muchas personas, una oportunidad de encontrar artículos usados en buen estado, ahorrando dinero o evitando cruzar a El Paso para conseguirlos.
En los pasillos de los mercados de ‘segundas’ podemos ver letreros de remate de prendas de ropa usada, incluso de marcas reconocidas, que cuestan hasta 3 pesos la pieza. Vestidos de noche, zapatos de piel, bolsas de diseñador: casi una reivindicación de la criticada ‘moda rápida’.
“Mis papás empezaron en el mercado hace como 40 años y ahora lo trabajamos nosotros, es un negocio familiar”, dice Ana, quien atiende un puesto en uno de los extremos del Revolución, donde la gente encuentra carriolas, cunas y sillas para bebé de todos tamaños y estilos.
Una metros más adelante, su hermano Antonio atiende un segundo puesto de la misma mercancía: “Hemos vendido también ropa, tenis, cosas para cocina y ropa, pero ahorita es lo que más está saliendo”, comenta.
Un par de puestos después está José, quién tiene 28 años en el mercado, dedicados a vender colchones.
“Todos los de los puestos nos conocemos y nos llevamos bien, somos casi 100 puestos”, asegura José.
La variedad de artículos que se pueden encontrar en el mercado Revolución significa también una variedad de clientes: familias buscando artículos para el hogar, personas buscando ropa, trabajadores buscando equipo para sus oficios, entre otros.
Uno de los locales que menos tiempo tiene en el mercado, es quizá uno de los más llamativos; en este se encuentra toda la indumentaria que comúnmente es usada por los soldados estadounidenses.
“Los vendo como artículos de trabajo. La gente que se dedica a trabajos pesados viene a buscar esto por la calidad, pero también me compra gente que le gusta acampar”, comenta el dueño del puesto.
“Yo antes trabajaba en una empresa, empecé a comprar ropa de militar para los trabajos de casa y así fue como me surgió la idea. Ahora me dedico solo a esto”, narra el vendedor, quien añade que sus ventas en el mercado son su principal fuente de ingresos.
“Yo tengo 40 años viniendo a vender aquí y el mercado ya estaba; tiene más de 50 años”, cuenta Doña Isabel, quien tiene un pequeño puesto de trastes. A unos metros de ella, su esposo tiene un puesto de juguetes que parece la colección soñada de cualquier niño o niña.
“El mercado siempre ha sido muy variado en las cosas que se venden, cuando nosotros llegamos se vendía hasta verdura’’, recuerda Doña Isabel, y agrega que antes “sólo eramos estos puestos de en medio, luego se extendió a la Velarde”.
En el mercado Revolución hay quienes tienen sus puestos saturados de mercancía y quienes sólo tienen unas cuantas cosas a la venta.
Los locatarios del mercado, en su mayoría de más de 50 años de edad, inician su jornada alrededor de las 9 de la mañana y esperan la llegada de sus clientes, de los cuales muchos ya se han vuelto conocidos
Cuando llegan las cinco de la tarde, cada puesto empieza a guarda la mercancía y bajar las cortinas para regresar la mañana siguiente a la rutina que realizan fielmente durante casi todo el año.