noviembre 18, 2024

Lucha Libre en Juárez: Una historia de arraigo y resistencia

Ciudad Juárez, Chihuahua. – La lucha libre es, quizá, uno de los deportes más arraigados a la cultura mexicana, a sus gustos y sus costumbres. Es la escenificación de una batalla proyectada en su forma más evidente, una pelea en la que luchadores se caen y se atacan una y otra vez. El enfrentamiento de cuerpos que, sin embargo, se puede trasladar a un plano más bien simbólico. “Sólo en la lucha libre el bien se enfrenta al mal en igualdad de condiciones”, escribió sobre este fenómeno social -así lo catalogó- el escritor Carlos Mosiváis. Esta disciplina, que se practica dentro del cuadrilátero por personajes que usualmente llevan máscaras, capas y botas, simboliza esa constante lucha entre el bien y el mal: los rudos y los técnicos. La lucha libre tiene su origen en las peleas de las Olimpiadas en que los antiguos griegos se enfrentaban para demostrar quién era el mejor, pero, y más importante, quién era digno de la gracia de los dioses. Así, en un tono menos espiritual pero igual en un contexto de combate llegó a Juárez, según Carlos Rocha, promotor cultural en esta ciudad, quien asegura que el deporte tiene su origen en esta localidad cuando soldados de Fort Bliss competían en peleas cuerpo a cuerpo contra retadores de Ciudad Juárez. Antes de que se usara el cuadrilátero se peleaba en espacios más rústicos: un cuadro de arena delimitado por lazos y con unas pequeñas gradas alrededor, cuenta. Posteriormente un pagador vio el espectáculo y decidió transportarlo a la Ciudad de México, donde tendría una presentación profesional el día 21 de septiembre de 1933 que marcaría la fundación de la Empresa Mexicana de Lucha Libre o, como actualmente se le conoce, Consejo Mundial de Lucha Libre. Carlos Rocha es además coleccionista de máscaras y posee alrededor de 800 que ha ido juntando a través de los años. Habla de la lucha en Juárez como un gran conocedor. Puede mencionar de memoria a aquellos que nacieron profesionalmente aquí, como el Brazo de Oro, Rayo de Jalisco, Konnan, Fishman, que vendía periódicos en el Centro; El Cobarde y el Impostor, los hermanos que crecieron en La Chaveña, por ejemplo.

Carlos Rocha, promotor cultura y coleccionista de máscaras / Foto: Yubia Ramos
Si alguien piensa que la lucha libre puede generar riquezas y estabilidad, la realidad es que solo unos pocos llegan a tener ese prestigio y esos salarios para tener una verdadera ganancia. Mientras que los luchadores que abren las funciones o pelean en pequeñas arenas dejan su alma en el ring, la mayor parte del tiempo lo hacen por pagos muy bajos o por lo que uno diría que se llama vocación, que no es otra cosa que un pago bajo por algo que se hace con entusiasmo.

Las complicaciones de seguir en el ring

Nefasto, Silver Kat y Jivaro Jr., son una tercia de luchadores que se dan a conocer a los aficionados como ‘Los Mercenarios’. El equipo lleva más de 10 años luchando. Perdieron su máscara hace 7 años a consecuencia de una apuesta en el cuadrilátero. Hoy que luchan sin máscara, han decidido llevar la lucha libre juarense a otras ligas para sobresalir y dar a conocer el talento fronterizo. Pelean en funciones de la AAA, de esa forma, dice el equipo: “Resaltamos la lucha juarense”. Los luchadores se enfrentan a distintas complicaciones; las lesiones y la falta de apoyo económico son algunas. Para Nefasto, que lleva 14 años en la lucha y que lo hace porque le gusta, pelear es “más que nada amor al deporte, pues no recibimos un gran sueldo por cada función que realizamos, y cuando son lesiones fuertes no tenemos el apoyo de un seguro que nos proteja o atienda”. Cuando algún luchador se lesiona, “lo que se realiza es que se juntan varias arenas y te regalan una lucha a beneficio, todo lo que recauden es para ti, puedes llegar a luchar en todas las arenas y pedir una lucha a beneficio, pero es lo que te dan”, mencionó Nefasto. Nefasto cuenta que cuando sufrió una lesión en la clavícula, quedó fuera varios meses. Para atenderse tuvo que hacer uso de un seguro que le brindaba su antiguo empleo, puesto que no hay un financiamiento que los proteja como sucede en otros deportes. Para el historiador Carlos Rocha, en el deporte de la lucha libre no hay dinero, no hay cantidades que robar, luchar es más por amor que por ganar algo.

Foto: Yubia Ramos

Barberos, obreros y otros por la mañana; por la tarde, el ring

Silver Kat y Nefasto, además de dedicarse a la lucha, tienen una barbería en la que trabajan juntos desde hace 4 años. Son barberos por las mañanas y por las tardes se dedican a entrenar, y los fines de semana dan funciones de lucha. Xtrem Soul y Dragón Metálico, también luchadores juarenses, se emplean por la mañana en la maquila, para así financiar su gusto por la lucha en las tardes y fines de semana. “¿Qué sienten ver a nuevos chavos entrenar y querer entrar a la lucha libre?”, se les pregunta.

“Sentimos una satisfacción porque estamos dándole el ejemplo a los niños de que no agarren el mal camino, en lugar de eso, pues que se metan a la lucha libre, es un deporte muy bonito, les va a dejar muchas satisfacciones en la vida y mucho aprendizaje”, mencionó Silver Jr.

Para Nefasto ver a los futuros luchadores juarenses entrenar desde pequeños es una satisfacción; para él, que ya tiene años en la lucha, su experiencia sirve para apoyar a los jóvenes en proceso, ya que muchos de ellos se acercan y les piden consejos.

Foto: Yubia Ramos

‘Las mujeres podemos estar en este deporte’

Tener participación de la mujer en los deportes es cada vez más frecuente y aceptado, y en la lucha libre no es la excepción, puesto que también se ha visto una activa participación de la mujer en el cuadrilátero. Para Silver Jr., ver una mujer luchando en el ring es “un logro que está haciendo la mujer al superarse, al ponerse al nivel del hombre. Se está metiendo en un deporte que antes era de puros hombres”. Baby Star, luchadora desde hace 11 años, y Little Star, luchadora de 16 años, comentaron que el papel de la mujer ha evolucionado en esta disciplina, además de que se sienten cada vez más aceptadas. Sin embargo, señalan, aún quedan marcadas manifestaciones de machismo. “Hemos demostrado que también las mujeres podemos estar en este deporte, no somos el sexo débil”, mencionó Baby Star.

“Nos sentimos orgullosas porque a pesar de que siempre dicen que somos mujeres y que somos débiles, les hemos demostrado a los hombres, en general, que las mujeres somos mucho más fuertes que ellos y que la mujer por más que digan que no puede siempre le va a demostrar a uno lo que puede hacer” agregó Little Star.

En el rubro de los salarios, las luchadoras mencionaron que la diferencia no es mucha debido a que el ambiente es muy equitativo y que las diferencias de salarios se encuentran realmente en los promotores. También existiría una diferencia si la luchadora no es estelar; si ambos son estelares, no hay diferencia.

Foto: Yubia Ramos

Así se siente la lucha libre

Aún con todas las adversidades que implica la lucha, los jóvenes continúan preparándose para seguir los pasos de sus ídolos. Así como en la vida y en el mismo deporte. Los entrenamientos de las nuevas promesas que mantendrán viva está importante tradición se sienten muy ceremoniosos y sobre todo demandantes. En espacios con poca luz, sin acondicionadores de aire —lo cual provoca un ambiente sofocado—, las nuevas promesas del ring fortalecen su cuello, practican los agarres y realizan intensos ejercicios de acondicionamiento físico.

“Yo siento muchos nervios, pero al estar arriba del ring se me quitan… porque yo amo este deporte, porque yo nací en este deporte, toda la vida he estado en este deporte y sí me da miedo que me lastime… hacemos mucho esfuerzo y la gente debe de valorar nuestro trabajo porque arriesgamos nuestra vida. Sabemos si subimos, pero no sabemos si bajamos”, dijo Baby Star.

“Sufres lesiones al por mayor, subes al ring y no sabes si vas a bajar con bien. Hay varios compañeros que han sufrido varias lesiones e incluso han fallecido arriba del cuadrilátero. Es un riesgo, pero también es pasión”, agregó Nefasto.

Foto: Yubia Ramos
Al final, uno ve subir al ring personas que luchan, pero el ring se transforma en un escenario y la pelea que inicia física se torna simbólica. Algo de obra de teatro tiene este espectáculo que lleva a la catarsis de ver de frente la pelea del bien contra el mal. “Ya es un lugar común decir que gran parte del sentido de la lucha libre es el teatro, pero siempre hace falta afirmar que los actores más entusiastas no son los luchadores, sino los espectadores. Creo que al entrar a la arena no sólo suspenden su incredulidad, sino también dejan afuera las inhibiciones y son violentos, arrojados, decididos, malhablados. En otras palabras, cambian absolutamente su personalidad, y cuando salen de la arena, recuperan la propia, que también puede ser, pero no necesariamente, violenta, arrojada, decidida y malhablada. Hay un contagio colectivo que vuelve a toda la arena una sola persona, tan agresiva como jamás se concibe”, por algo escribió esto Carlos Monsiváis.