Ciudad Juárez, Chihuahua.— Hay tres mujeres que hablan, que convocaron a una rueda de prensa y enfrente tienen sólo dos cámaras. Quizá tiene sentido, parece lógico que nadie las oiga porque lo que piden parece imposible. Dicen, convencidas, que quieren eliminar la violencia. Eliminar la violencia de la quinta ciudad más violenta del mundo, con una tasa de 85.56 por cada 100 mil habitantes, según el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal. Tres mujeres dicen que buscan eliminar la violencia de uno de los municipios con más feminicidios junto con Culiacán, Ecatepec, Acapulco y Monterrey. Tres universitarias de la comunidad estudiantil que este año sufrió el feminicidio de Danna Lizeth Lozano, de la licenciatura en Literatura; el homicidio de Rafael Romero, estudiante de Derecho y la violación de un estudiante de Música. Una comunidad que en una década acumula más de una docena de homicidios de alumnos y docentes. Podría dar la impresión de que uno está frente a un Quijote loco triplicado, o mejor, multiplicado más de mil veces. Que la lucha ni siquiera vale la pena porque ni el Ejército, ni la Policía Federal, ni los cuerpos del Estado ni del Municipio han logrado reducir los índices de violencia. Da la impresión de que David contra Goliat se plantea como una pelea más justa. Pero no da esa impresión si se ve en contexto, si se voltea un poco hacia atrás. Las tres mujeres que leen un posicionamiento frente a dos cámaras son parte de una comunidad que va cambiando las reglas.
El Cabildo
El jueves 7 de febrero a las 5:00 de la tarde un grupo de alrededor de 60 estudiantes de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), que se acababa de autodenominar UniUnida ante la premura de exigir justicia por la denuncia de violación de un alumno, salió en marcha hacia la Presidencia Municipal. Caminaron, por una avenida de tráfico rápido y fluido sin la compañía de elementos de vialidad, ni de seguridad, ni de auxilio. Solos llegaron al Cabildo, que se ha presumido abierto a la participación ciudadana y a cualquier persona que quiera asistir a sus sesiones. A la entrada de la Presidencia encontraron al alcalde Armando Cabada, que les dio un discurso en el que los acusó de revictimizar al denunciante y de crucificar policías. Un alcalde que se cerró al diálogo y que les cerró las puertas que antes presumió abiertas. En un hecho inédito desde la apertura del Cabildo, se les cerraron las puertas en la cara bajo el argumento de que el aforo estaba lleno mientras adentro había decenas de sillas vacías. Luego el alcalde dijo que estaban haciendo un escándalo y que se trataba de golpeteo político contra su administración. Ahora, sentadas en tres sillones de la Biblioteca Universitaria, las tres estudiantes le mandan un mensaje al alcalde: “Que venga y se siente a dialogar con nosotros, lo invitamos, ya que no nos recibió bien; lo invitamos a que venga”, dicen. Las reglas están cambiando.
El paro
Luego del feminicidio de Danna, los 60 estudiantes se volvieron cerca de mil 500, marcharon alrededor de 5 kilómetros escoltados por policías, agentes de Tránsito y ambulancias, para llegar a Rectoría, donde, fuera de su horario, los esperaba el rector de la universidad, Juan Ignacio Camargo Nassar. Pidieron que la universidad se fuera a paro, y pidieron más: que la universidad se fuera cuatro días a paro; y más: que fuera un paro activo; y más: que lo organizarían ellos. Y el rector dijo que sí, en una decisión histórica para la universidad y para la ciudad. Tres días los estudiantes de la UACJ acudieron a diversas actividades, desde foros hasta exposiciones de fotografía o pintas de murales o talleres de autodefensa, para reflexionar sobre la violencia; tres días de actividades llenas. Se dieron tiempo de hacer una vigilia en el lugar donde asesinaron a Danna: lloraron, se abrazaron, se consolaron, se unieron, se organizaron más, dejaron velas como símbolo de una pequeña luz en medio de la oscuridad. Danna es la luz que nos debe iluminar, dijeron.
El Congreso
Usaron sus vacaciones para seguir organizándose y tener asambleas para plantear los próximos pasos del movimiento. Decidieron que acudirían al Congreso del Estado para pedir un espacio para leer su posicionamiento y su pliego petitorio a los diputados. Pedir algo que nunca se ha hecho: dar participación ciudadana en el Congreso de Chihuahua. Van tocando puertas cerradas, buscando, como quien busca en medio de la oscuridad, un diálogo que se les ha negado. Esta vez no fue diferente: los recibió Norberto Antonio Solís Carrera, encargado del Departamento de Control y Seguimiento de Proceso Legislativo y respondió que no, tajantemente: la ley no lo permite. Les dio una opción: un diputado puede plantearlo como asunto general y leer él mismo el posicionamiento. La respuesta de los estudiantes fue también tajante: No.
“Nos quieren asociar con partidos políticos para argumentar golpeteo y descalificar el movimiento y no tenemos ningún vínculo con ningún partido. Lo tenemos que leer nosotros”, explicó una de las integrantes después.
Entonces ante dos “no” rotundos, vino la decisión en asamblea: se convoca a una manifestación pacífica para exigir que se abra el Congreso a la participación ciudadana, este viernes 26 de abril a las 11:00 de la mañana en el Centro Cultural de las Fronteras. -La ley no nos lo permite- dijo Norberto Antonio Solís. -La ley no permite que nos maten, y nos matan- le respondió alguien al fondo.