Ciudad Juárez, Chihuahua.— Fue el estallido, seco y potente, lo que reventó la rutina del espacio desértico adornado por casas diseminadas frente al muro de metal oxidado y por lo tanto más oscuro que la arena. Eso fue, el ruido, no lo demás. Por ejemplo, el helicóptero que iba y venía en la misma línea como afilando la frontera, incluso, podría ser parte del cuadro de una mañana cualquiera en Anapra. Desde México dos niños y un perro se asoman por entre las barras del muro. De aquel lado está la otredad, “El Otro Lado”, otro país con alrededor de cien hombres vestidos de verde con cascos y un chaleco que dice Border Patrol bordado con hilo negro. Del otro lado, otro idioma para gritar, a nadie: “move… back… move… back”, y repetirlo, una y otra vez para nadie, para absolutamente nadie porque en realidad nadie intenta cruzar, ni el niño, ni la niña, ni el perro, que ven atentos el espectáculo de una amenaza internacional con su pijama puesta todavía a las once de la mañana. Un pastor alemán vestido igual que los cien hombres ladra como respuesta a los siguientes estallidos y al humo de las latas de gas que se difumina en el cielo claro de Sunland Park mientras un tren atraviesa silbando por la espalda de los uniformes verdes. Tres hombres que ven la escena desde este lado del muro dicen: “pobre perro, seguro lo tienen bien mariguano”. https://www.youtube.com/watch?v=iAtjQzMrTE8&feature=youtu.be Y llegan caballos que formaron dependiendo su color, de las dos filas los más claros van al frente y los más oscuros atrás, como una paleta de tonos del color café que compite con el contraste entre el muro y la arena suelta por el aire que genera el vuelo bajo del helicóptero, la arena que se pasea sin sentidos políticos de frontera, indiferente, por ambos lados del muro, la arena que respiran los agentes y la que respiran los niños y el perro y los tres hombres. La rutina se rompió, de pronto, en una parte de Rancho Anapra. De pronto pero no por sorpresa, que es distinto. Fue el estallido, sí, que revienta, pero fue anunciado. Hay también de los dos lados del muro otros hombres y mujeres con cámaras que fueron convocados para difundir el mensaje, la imagen del estallido potente, del helicóptero volando bajo sobre los caballos y entre el humo azul y gris de las bombas de humo, para trasmitir el mensaje: “Move… back… move… back”. El espectáculo montado para los medios de comunicación termina en 30 minutos. Entonces los hombres vestidos de verde se van, con sus caballos, sus camionetas, su perro y su helicóptero, la arena vuelve al suelo para compartirlo con las latas reventadas que se quedan como vestigio de fuerza. El tren termina de pasar con su silbido y entonces, cuando todo se queda tranquilo, se ve en el fondo, cristalizado en ciudad, el sueño americano, ese que nadie persigue aquí esta mañana pero que alrededor de cien hombres protegen.
La mañana que EU protegió la frontera, de nadie
- Autor Marco Antonio López
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