Una mujer corre entre autos. Es de noche en la ciudad de Chihuahua. Las luces contrastan la silueta de ella y la del hombre que la persigue. Justo en el principio de la banqueta del Palacio de Gobierno, Marisela Escobedo cae después de que su cabeza es perforada por una bala. El hombre que asesinó a Marisela Escobedo esa noche del 16 de diciembre de 2010 huyó en un vehículo blanco que lo esperaba. No se sabe, desde entonces, de manera clara y científica, quién ni por qué la mató. José Enrique Jiménez Zavala, “El Wicked”, fue detenido dos años después con armamento en la ciudad de Chihuahua. Confesó, sin presiones ni señalamientos, que él era el hombre que corrió tras Marisela aquella noche para dispararle por detrás en la cabeza. Además, dijo que coordinó y ejecutó el homicidio de 16 personas en el bar El Colorado, en la ciudad de Chihuahua. En general, se dijo responsable de más de 200 asesinatos, en promedio. El 30 de diciembre de 2014, Jiménez Zavala fue asesinado, aún sin sentencia por el caso de Marisela Escobedo, por su compañero de celda. El asesinato de Marisela quedó cerrado sin un sentenciado, sin una prueba científica, sin culpable. La historia del homicidio de Marisela inicia con dos delitos fuertemente vinculados: la “desaparición” y el asesinato. El primero, el de su hija Rubí Marisol Frayre Escobedo, de 16 años. Ahí hubo un acusado. Sergio Rafael Barraza Bocanegra confesó, luego de meses de la desaparición, que asesinó a Rubí Marisol —su pareja y con quien tenía una hija—, que dejó el cuerpo en unas ‘marraneras’ y que le prendió fuego. Llevó a las autoridades al lugar donde encontraron los restos. En la resolución final de su juicio incluso ofreció una disculpa a Marisela Escobedo por todo el daño ocasionado. El 30 de abril de 2010 el jurado conformado por Catalina Ochoa, Rafael Boudib y Netzahualcóyotl Zúñiga absolvió a Barraza Bocanegra de cualquier cargo, por “falta de pruebas”. Marisela, que tenía tomadas las manos de los ministerios públicos encargados del caso, se levantó de su lugar gritando una y otra vez un “¡no!” magnificado con el estertor que sale de la garganta pero se origina en el desconcierto total y el dolor más profundo. Lanzó al piso un Código Penal del Estado de Chihuahua. Se encaminó a la salida. Y se desmayó antes de llegar a la puerta, contenida por policías municipales. Los tres jueces fueron separados de su cargo. Un día después del asesinato de Marisela, el ex-gobernador de Chihuahua, César Duarte Jáquez, declaró que se seguiría un proceso administrativo contra los tres jueces por esa sentencia. Los tres renunciaron a su cargo y el proceso no pudo seguir porque ya no eran servidores públicos. Otro jurado designado para retomar el caso tras una apelación sentenció a Rafael Barraza a 50 años de prisión. Pero éste ya estaba prófugo de la justicia y fuera del estado. El 16 de noviembre de 2012, Barraza Bocanegra fue asesinado por elementos del Ejército durante un enfrentamiento en Zacatecas. “Afortunadamente, en esta desgracia, concluye este caso”, dijo el entonces gobernador seis días después. Así, sin un responsable cumpliendo una sentencia, se cerró el caso del asesinato de Rubí Marisol y el de su madre, Marisela Escobedo. Todo eso hay en una carpeta de investigación para siempre cerrada. Así se cierra una investigación en Chihuahua. El edificio del Centro de Justicia para las Mujeres en Ciudad Juárez —institución del mismo Estado al que la mujer baleada frente a Palacio reclamaba y exigía justicia— se llama, paradójicamente, Marisela Escobedo Ortiz. 
I. La frágil memoria. “Nos las arrebataron y nadie hace nada”
- Autor Miguel Silerio
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