Planificadores y urbanistas impulsan un cambio de paradigma en el desarrollo urbano de Ciudad Juárez, donde la ciudadanía sea el centro de los planes de crecimiento y de la creación de las normas de expansión, sobre los intereses de los grupos políticos y económicos en el poder.
Raúl Flores / La Verdad
Ciudad Juárez, Chihuahua.— Con una población de 1.5 millones de habitantes, y una presencia industrial en constante expansión que no muestra señales de detenerse, Ciudad Juárez presenta una variedad de retos para los planificadores urbanos locales, debido a que su territorio ha crecido más que la población que lo habita.
Alma Rodríguez Moreno, Denisse Ortega Leal, Sara Morales Cárdenas y Valeria Zorrilla Núñez, urbanistas juarenses, abordaron el tema en un panel que ocurrió en el marco del día mundial del urbanismo celebrado el 8 de noviembre, donde se expuso sobre el desarrollo urbano sostenible en Ciudad Juárez.
La mera definición de la palabra “urbanismo”, que viene del latín “urbe-ismo” y que se puede traducir como “conocimiento de la ciudad”, explicó la urbanista Marisol Rodríguez Sosa.
Más allá de la definición, el urbanismo nace del deseo de tener ciudades “dignas”, continuó Rodríguez Sosa. La ciudad es en realidad el asentamiento de gente en un mismo lugar, pero lo primero que se debe tener para que esta prospere es ese deseo de dignidad.
¿Cuál es el rol del planificador urbano?
El planificador debe funcionar como una especie de catalizador para organizar a la sociedad, al gobierno y la academia para lograr una planeación participativa de la ciudad, comentó Morales.
A pesar de que los planificadores no son, al final del día, los que toman las decisiones de que se hace y que no se hace, si son actores clave en el proceso del desarrollo de una ciudad ya que puede organizar y proveer la información técnica para resolver las problemáticas que surgen durante el proceso.
“Quizás seamos soñadores, porque creemos que es posible una ciudad diferente, vemos que es posible una Ciudad Juárez no solo en eslogan—una ciudad inclusiva, una ciudad participativa, una ciudad segura”, dijo Morales.
Solo el o la planificadora tiene la capacidad de soñar una ciudad posible, y además posee la sensibilidad de escala que le permite entender los problemas desde una visión integral. No solo puede ejecutar “el plan”, sino también ver hacia el futuro, explicó.
El diseño de una ciudad impacta el estado emocional de sus ciudadanos y los vínculos entre estos, dijo Rodríguez Moreno.
Explicó que, en Ciudad Juárez, a veces se toman decisiones como si una obra—un puente, una nueva colonia— no tuviera mayor repercusión más allá de la ocupación de territorio. No se toman en cuenta las implicaciones a la hora de tomar las decisiones.
Zorrilla por su parte consideró que la posición del planificador consiste en “coadyuvar” en la creación de normas y la vigilancia de estas.
La teoría que surge de la academia es hermosa, dijo. Sin embargo, la tarea es saber como bajarla a las normas ya que la planificación esta institucionalizada, es decir, que el gobierno dicta los lineamientos. Esta es una tarea que ni como individuos, ni como grupo se puede lograr. “Se necesita de la ciudadanía”, dijo Zorrilla.
Ortega concordó con la afirmación. La respuesta a la mayoría de los problemas que surgen del desarrollo urbano esta en la parte comunitaria. Es por eso que el hecho de que exista una maestría en planificación y desarrollo urbano en Juárez no se refleja en el entorno.
Y ¿Por qué no se refleja el trabajo de los planificadores en la ciudad?, preguntó el urbanista Miguel Ángel Argomedo Casas. El consideró que no es culpa ni de los mismos planificadores, ni de los ingenieros, técnicos ni académicos. Es porque esta institucionalizado.
“Tenemos un sistema centralizado que año tras año, gobierno tras gobierno, genera normas que impiden que las cosas tengan lógica, tengan diseño, tengan perspectiva porque la institucionalización absoluta obedece a los intereses de los grupos políticos en el poder”, comentó Argomedo.
La participación del urbanista está “desvalorizada”, opinó Morales. Su voz ya es legítima, pero no está legitimada, y ella desea que se escuchen sus voces, sus capacidades y técnicas.
¿Qué retos hay para la planificación urbana?
Uno de los principales retos es solucionar los problemas que surgen del crecimiento constante de la ciudad, dijo Zorrilla.
Juárez sigue creciendo de manera horizontal, pero la infraestructura y los servicios público no. Entonces la cuestión se vuelve un desafío, ¿Cómo vinculamos lo que marca el Plan de Desarrollo Urbano con las necesidades de la ciudadanía?
Para esto se requeriría un reordenamiento en el crecimiento, sobre todo en las cuestiones de uso industrial, explicó Zorrilla. Incluso se preguntó si es que la ciudad realmente tiene capacidad de sostener más industria.
Se necesita implementar nuevos esquemas de desarrollo “para realmente construir una ciudad donde realmente todos tengamos el mismo derecho a la ciudad, una ciudad más justa, más digna, donde tengamos transporte público, que el transporte de personal no nos está contaminando el aire”.
Es fácil decirlo, pero en realidad todo cae en la autoridad local. La ley debería permitir que los consejos consultivos que ya están establecidos hagan su trabajo. Además de eso, se tienen que fortalecer los mecanismos de participación ciudadana, agregó.
Aquí es donde también se tiene que pensar en hacer que la normativa sea accesible para la sociedad, comentó Ortega. Ella dijo que nota como la ciudadanía se está moviendo para exigir que se cumplan las reglas de desarrollo urbano, sin embargo, necesitan las herramientas para poder tener una voz que genere cambio.
Para Ortega, compartir el mensaje de las normativas es uno de los mayores retos. Hay que hacerle saber a la comunidad juarense de qué manera se pueden perjudicar si no se sigue la ley al momento de generar expansiones industriales.
Y no solo se trata de pensar en la comunidad, sino también de hacer esta teoría más accesible para los mismos tomadores de decisiones, porque “al final del día no todos pueden ser expertos”, explicó Morales.
“Nuestro reto es hacer visibles esas problemáticas y ofrecer una alternativa de solución, decirles a los gobiernos ‘aquí estamos para contribuir’ con el proceso’, decirle a la comunidad ‘estamos aquí para ayudar y para escuchar’”, dijo Morales.
Se pueden tener ideas utópicas, pero hay que poner los pies en la tierra y considerar la realidad, refiriéndose al presupuesto. Si una idea es maravillosa, pero no es viable, sería como luchar con una pared porque jamás se va a concretar, comentó.
Es importante distinguir entre el crecimiento y el desarrollo de la ciudad, ya que el desarrollo implica el bienestar de los ciudadanos mas allá de la mera expansión de territorio.
Rodríguez Moreno explicó que, en Juárez, mientras la población ha aumentado drásticamente en los últimos diez años, la densidad de población ha disminuido. Es decir, el territorio ha crecido mucho más que la gente que lo habita.
Para que una ciudad siga siendo viable, debe tener movilidad diversa y con opciones. Las ciudades más grandes del país—como Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara—ya son inviables en cuestión de movilidad. “Los tiempos de traslado ya son muy altos”, comentó.
Esto es un tema que, si no se comienza a solucionar, vamos a terminar con un caos vehicular como en esas grandes ciudades. En Juárez estamos a tiempo de no dejar que sigua creciendo el problema.
Primero se tiene que pensar en dos de las cosas más mínimas que necesita una ciudad para ser viable y sostenible: El transporte público y las banquetas. Se tiene que empezar por ahí, dijo Rodríguez Moreno.
La meta es tener una ciudad sostenible, y eso nos daría como resultado una ciudad más humana. “Las ciudades no son solo para trabajar, y para correr de un lado al otro a ganar dinero, sino son para disfrutarse, son para poder vivir”, concluyó Rodríguez Moreno.