abril 28, 2025

Denuncian violencia institucional en dos maestrías de la UACJ

Diez alumnas y ex-alumnas de las Maestrías en ‘Psicoterapia Humanista y Educación para la Paz’ y ‘Estudios Interdisciplinarios de Género’ de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) denunciaron ser víctimas de violencia institucional por parte de algunos docentes y coordinadores de ambos posgrados.

En entrevista, estudiantes de ambos posgrados dijeron ser víctimas de tratos diferenciados por parte de los docentes, quienes, además, no tenían dominio de los temas que impartían, y señalaron cambios drásticos en la estructura de evaluación, aún cuando ésta ya había sido establecida desde inicio de semestre.

Además, denunciaron actos de complicidad entre docentes para actuar en contra de las alumnas y dijeron recibir amenazas constantes sobre perder la beca CONACYT si llegaban a faltar a algún evento organizado por la Universidad o por los propios docentes.

De acuerdo con la “Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia”, la violencia institucional es cualquier “acto u omisión de las y los servidores públicos de cualquier orden de gobierno que discriminen o tengan como fin dilatar, obstaculizar o impedir el goce y ejercicio de los derechos humanos de las mujeres…”.

Además, establece que “la Policía, el Ministerio Público, los jueces y los magistrados de tribunales, las autoridades escolares o cualquier otro agente de autoridad” son quienes pueden ejercer este tipo de violencia.

Tal es la caso de ‘Claudia’, alumna de la Maestría en Psicoterapia Humanista y Educación para la Paz de la octava generación, y a quien se le evaluó “de una forma diferente” a sus compañeros de clase en una materia en la que, en un inicio, llevaba una calificación de 9.7 y terminó reprobando con 6.1, según comentó.

Claudia tampoco ha podido realizar su pre-defensa de tesis ya que en dos ocasiones dos de sus lectores cancelaron el evento con el que podría aspirar a su titulación. No obstante, un día antes de salir de vacaciones de invierno, le permitieron presentarla ante los mismos lectores que habían cancelado anteriormente.

“El veredicto fue aplazado porque dijeron que a mi tesis no se le entiende, me hicieron correcciones que no me habían hecho antes. Al final, dos de tres lectores lo habían aprobado con modificaciones significativas, pero el último lector dijo que no lo aprobaba porque mi trabajo había salido por suerte”, comentó.

Aunque para ese momento ya había un dictamen porque dos de tres lectores habían aprobado la pre-defensa, una de las lectoras dijo que para quedar parejos no iban a dar ninguno de los dos veredictos propuestos, en lugar de eso, iban a informarle a Claudia que su trabajo sería aplazado.

“No te puedo decir cómo estaba, estaba sin comer, sin dormir, estaba ya muy mal emocionalmente, se me olvidaba todo… mi salud ya estaba muy comprometida”, recordó la alumna, quien aseguró tener pruebas de toda la violencia institucional que sufrió.

Por ello, Claudia puso una demanda en la oficina de Derechos Universitarios en contra de los docentes que perjudicaron su desempeño en la maestría y después de su acción se enteró que otros compañeros interpusieron ocho quejas más.

Actualmente, Claudia acude a terapia y toma medicamentos pues dijo que entró en “una depresión inmensa y al ser víctima de violencia ya no pude más…es la primera vez que lo puedo contar sin llorar y sin que se me revuelva el estomago”.

Al igual que Claudia, ‘Jimena’, otra alumna de la misma maestría y generación, relató a YoCiudadano haber sido víctima del mismo tipo de violencia.

En su caso, el problema fue al no querer avalar su estancia, pues le exigían que presentara fotos de las sesiones de terapia en las que participó, a pesar de que está prohibido fotografiar a los pacientes según los códigos de ética de los terapeutas y psicólogos.

La solución que le dieron a Jimena para que su estancia en otro país pudiera ser acreditada fue que realizara una descripción detallada de todos los días que estuvo en el intercambio universitario; propuesta que no estaba entre las opciones para avalar la estancia que les dieron los coordinadores al inicio del semestre.

Jimena también interpuso una queja en Derechos Universitarios, aunque aseguró que esta dependencia universitaria “no tiene poder, ni voz, ni voto”.

Ademas de las denuncias de las alumnas de la Maestría en Psicoterapia Humanista y Educación para la Paz, se encuentran las alumnas de la tercera generación de la Maestría en Estudios Interdisciplinarios de Género, quienes renunciaron al plan de estudios en forma de protesta y en busca de la resolución a sus denuncias.

A la tercera generación de dicha maestría ingresaron ocho estudiantes, de los cuales, seis mujeres renunciaron en bloque por estar inconformes con el trato que recibían por parte de un docente y por los cambios repentinos en la manera de calificar las tareas y proyectos.

“Al principio era muy encantador, muy carismático (el docente), pero cuando algo le molestaba, como que no tiene esa tolerancia a la frustración, entonces como que se enoja y explota y empieza así como muy agresivo. Al principio sí dije “pues qué está pasando, esto es de género y no tiene porque ponerse así si la explicación no es suficiente”, declaró ‘Sofía’, una de las ex-alumnas que renunció a la maestría.

Otra de las ex-alumnas afectadas, contó Sofía, hizo una manifestación durante la Novena Semana por los Derechos de la Mujer, eventos organizados por los estudiantes de la maestría, después de sufrir una agresión por parte de una maestra que le hizo cuestionamientos sobre su vida privada.

Además, Sofía mencionó que estaban obligadas a asistir a todos los eventos que organizara la universidad; “nos dijeron textualmente que el resto de nuestras vidas pasaban a segundo término”.

De acuerdo con Sofía, todas estas situaciones las orillaron a renunciar a la maestría y aunque las seis alumnas eran becarias de Conacyt, no son deudoras puesto que en los cuatro meses que estuvieron en la maestría no recibieron el recurso que otorga la beca.

Por su parte, la UACJ, a través de su coordinación de Comunicación Social, asumió una postura “de respeto” hacia la decisión de las ex-alumnas, según refirió su titular, Raúl Flores Simental.

“Presentaron una renuncia en su calidad de alumnas y lo que la universidad hizo fue aceptarlas. Yo entiendo que previamente había una manifestación de inconformidad que fue lo que lo motivó, pero pues el asunto termina cuando ellas piden su renuncia porque dejan de ser estudiantes, y al no ser estudiantes, pues el asunto queda cerrado. Esa es la postura de respeto a la renuncia de las estudiantes”, declaró Flores Simental.

El coordinador del área de comunicación explicó que sí se inició una investigación sobre la queja de las estudiantes, pero que “difícilmente concluyó porque ellas pierden su calidad de alumnas”. 

A partir de estas denuncias, un grupo de maestras de la universidad convocó a tres foros consultivos llamados ‘Más allá de la @: Construyendo una agenda política desde la experiencia de las mujeres en la UACJ’, con el objetivo de “abrir un espacio de reflexión propicio para construir una agenda que contemple los Derechos de todas las Mujeres y de las que trabajamos o estudiamos en la UACJ”, según se lee en la descripción de la invitación a los eventos.

Desde los foros, a los que asistieron 50 mujeres aproximadamente, se logró crear vínculos entre integrantes de la comunidad universitaria preocupadas por los actos de violencia; discutir sobre la implementación de acciones que permitan a las mujeres de la universidad realizar sus labores en una ambiente de igualdad; verificar que la normatividad de la universidad cumpla con los estándares internacionales en materia de género; analizar el caso de las exalumnas que renunciaron a la maestría y manifestar que se esclarezca este caso; y la necesidad de elaborar un protocolo que garantice los espacios seguros para las y los universitarios en términos de género, sexo, raza, clase, religión y otras posiciones.

“Queremos una universidad incluyente, libre de violencia y de decisiones androcéntricas; así como un reconocimiento de nuestra presencia y contribución. Todas, independientemente de nuestra posición en la estructura de la universidad, tenemos Derecho a Vivir una Vida sin Violencia en cualquiera de sus formas”, puntualiza el texto.

 

*NOTA: los nombres que se mencionan en el texto son ficticios para proteger la identidad de las alumnas.