Ciudad Juárez, Chihuahua.- El 5 de enero de este año se reportó desaparecida en Chihuahua a una adolescente de 13 años. El 7 de enero El Diario de Ciudad Juárez publicó una nota que tituló: “Andaba con el novio, adolescente de 13 años reportada desaparecida”. La publicación en Facebook tuvo, entre muchos otros comentarios, estos:
“Zorra”
“mocosa pendeja”
“piruja”
“regresó hasta muy feliz, luego de pasar varias noches con el novio coge y coje jerjejeeje”
“Pinchi culiadota que le an de ver metido”
“La tenían en 4 rines hija de perra”, “Le estaban sacando los frijoles”
“De putita”
“Chupándole. Los. Huevos”
“Mocosa calenturienta precos regreso bien cojida y seguro bien premiada”
“A pero pobre mujeres pintemos más cruces rosas para causar lastima”
“Desde los 13 ya andan de pachocha suelta? No Mamen pinches mocosas cochonas. Ya saben que pueden coger y en chinga la quieren usar”.
Y así, más o menos en el mismo tono, comentaron la nota 290 personas.
“Es una estrategia en la que no importa la persona sino la generación de likes, comentarios e interacciones que pueda alcanzar una nota”, dice en entrevista al respecto Alejandra Rodríguez Matamoros, encargada de Comunicación del Instituto Municipal de las Mujeres y especialista en temas de perspectiva de género.
Se trata de una cadena en la que se conjugan la irresponsabilidad de quien redacta la nota, quien edita y, principalmente, del medio de comunicación, puesto que debería de atender a un manual de estilo con perspectiva de género para evitar estas violaciones, asegura Rodríguez Matamoros. “Lo ves muy seguido en los medios locales, en NetNoticias, 860 Noticias, y sobre todo, últimamente, en El Diario de Juárez”, comenta.
“Hay una concepción muy sesgada del problema gracias a este tipo de notas. Se saca completamente de contexto algo que se tiene que entender desde varios puntos: desde sociales, económicos, culturales, y se maneja sólo a nivel de chisme”, dice Rodríguez.
El hecho de que se publique otra vez la imagen de una mujer desaparecida para informar que fue localizada y que se ausentó de manera voluntaria, esto último ya no es de interés público y violenta los derechos de las mujeres, de acuerdo con la especialista.
“El linchamiento social al que llaman los medios puede tener consecuencias muy graves, hubo un caso en el que incluso la adolescente y su padre fueron amenazados de muerte y en el que la sociedad cuestionó la paternidad del hombre”, dice.
Ausencia voluntaria: la violencia contra las mujeres inició con el Estado
Para Francisco Barrio, gobernador de Chihuahua entre 1992 y 1998, las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez en ese periodo eran prostitutas de vida doble que se vestían de cierta manera, visitaban ciertos lugares y se relacionaban con cierto tipo de hombres que se convertían en sus agresores. Para él las mujeres causaban las agresiones. Y ese discurso permeó el aparato de gobierno de ese momento. Por ejemplo: el 22 de enero de 1998, Felipe Terrazas Morales, entonces coordinador regional de la Subprocuraduría de Justicia de la Zona Norte, en Ciudad Juárez, dijo a la CNDH: “eran jovencitas menores de edad de las que no se podría afirmar si comerciaban o no con su cuerpo, lo que sí es seguro es que las conocían muy bien en los centros nocturnos”. Así, el encargado de investigar los feminicidios sistemáticos en Ciudad Juárez desde 1993, responsabilizó a las víctimas. El Estado inició el discurso de violencia contra las mujeres desaparecidas y la revictimización de ellas y sus familias. Discurso que se reproduce en medios de comunicación y sociedad en general hasta el día de hoy, de acuerdo con la especialista Cecilia Espinoza, integrante de la Red Mesa de Mujeres de Ciudad Juárez.
“Ocurre un caso de una mujer desaparecida y colocan la pesquisa y después dices ‘ya fue localizada’. Todo lo que se da alrededor es volver a generar el control sobre el cuerpo de las mujeres y de creer cómo tendrían que ser ‘buenas’ mujeres y lo pongo entre comillas porque es esta construcción social a partir de una nula perspectiva de género y de un nulo reconocimiento a los derechos de las mujeres, entonces es mantener una cultura patriarcal misógina, machista, que regula los cuerpos de las mujeres y que dice cómo tendrían que ser para no ser víctimas de agresiones”, dice la especialista.
María Antonieta Esparza Cortés, ex coordinadora de la Unidad Especializada de Delitos Sexuales dijo en 1998 refiriéndose a la desaparición de mujeres que es un problema originado en la familia y que “no considera excepcional lo que está pasando”. El subprocurador general de Justicia de la Zona Norte, en el período en que iniciaron los feminicidios y las desapariciones de manera sistemática, Jorge López Molinar dijo que: “muchas mujeres trabajan en maquiladoras y como no les alcanza para vivir, de lunes a viernes desempeñan su trabajo y los fines de semana se dedican a la prostitución, además, como provienen de distintas partes, si algo les sucede, nadie las reclama”. El discurso de reacción a un problema que el Estado no solucionó, no sólo se reprodujo en medios y después en la sociedad, sino que se magnificó, de acuerdo con Cecilia Espinoza.
“Que desaparezca voluntariamente no garantiza que no esté viviendo una situación de violencia, aun cuando haya tomado esa decisión voluntariamente, no sabes cuál es su contexto y si está viviendo una situación de violencia específica. Es ahí cuando vemos que no hay esa transversalización de todo lo que conlleva la problemática de la desaparición de una mujer y cómo esto tendría que generar acciones de prevención en materia educativa, de salud, del propio contexto familiar e incluso del propio contexto comunitario”, dijo Cecilia Espinoza.
Pero el contexto urbano, al menos, tampoco es el propicio, al contrario, genera más vulnerabilidad, de acuerdo con el investigador del Colegio de la Frontera Norte, José Manuel Valenzuela. “El proceso de vulnerabilidad se incrementa con la presencia de amplias deficiencias de infraestructura, urbanización y equipamiento urbano, especialmente en colonias populares, donde la ausencia de transporte seguro y de alumbrado aumenta las condiciones de inseguridad”, explica en su libro Sed de Mal, Feminicidio, Jóvenes y Exclusión Social. El contexto en el que una mujer desaparece es el siguiente: Ciudad Juárez es la ciudad del estado con más registros de abuso sexual, sobre todo entre los 0 y los 17 años. Es el tercer estado con más feminicidios en el país, debajo del Estado de México y Nuevo León. Está entre los tres municipios con más denuncias por violación del país. Para Valenzuela Arce, la responsabilidad se le asigna al núcleo familiar, pues es: “El recetario más socorrido de la clase política conservadora y el clero, para quienes las mujeres deberían regresar a su supuesto ámbito natural, que es el hogar y atender su labor esencial altamente desatendida, que es el cuidado de los hijos”. Así, para entender una nota que se titulé “andaba con el novio”, hay que entender primero la carga histórica de violencia auspicia por el Estado reproducida y magnificada en discursos de odio individuales que generan un fuerte estigma y un rechazo social a las mujeres que deciden ausentarse de manera voluntaria, de acuerdo con los especialistas.
“Es todo el tema de ser juzgada porque tomó una decisión voluntaria puede ser o porque vivió un hecho delictivo, que fue retenida en contra de su voluntad y que afortunadamente pudo ser localizada con vida y llega y esto mismo que se refleja en redes sociales de te fuiste con el novio, ya volviste, vienes contenta, es verlo en tu entorno, estar viviendo de forma directa cómo tendrías que ser como mujer, cuál es tu deber ser como mujer para que seas una buena mujer y que eso no te pase”, dice Cecilia Espinoza.
Y esto sólo se ve con las mujeres, no hay notas en las que un hombre que se ausenta de forma voluntaria se titulen “andaba con la novia”, porque la cultura admite que un hombre no vuelva a su casa, una mujer no, dice la especialista.






