marzo 10, 2025
Sociedad

30 años de impunidad: el feminicidio de Araceli Martínez fue cerrado en silencio por la FEM

Tras 30 años de exigir justicia, la familia de Araceli Esmeralda Martínez Montañez descubrió que la Fiscalía cerró el caso en 2010 sin informarlos. Exigen su reapertura y el reconocimiento del crimen como feminicidio.

Por Elizabeth Ramos/YoCiudadano

Ciudad Juárez, Chihuahua.— Luego de 30 años exigiendo justicia por el asesinato de Araceli Esmeralda Martínez Montañez, recientemente sus hermanos descubrieron que las autoridades encargadas de investigar el crimen cerraron el caso desde 2010 bajo la prescripción del delito.

Aunque por las características del crimen su familia considera que se trata de feminicidio, para la Fiscalía General del Estado de Chihuahua (FGE) se trató de un homicidio doloso simple.

Marcela Martínez Montañez, hermana de Araceli, explica que la Fiscalía Especializada en Atención a Mujeres Víctimas del Delito por Razones de Género y a la Familia (FEM) les informó vía electrónica que el caso de su hermana está cerrado desde 2010 y, en consecuencia, también quedaría anulada la orden de aprehensión en contra del presunto responsable.

Agrega que cuando acudieron a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas del Estado (CEAVE) se les informó que bajo su cargo no tenían ninguna carpeta del caso de su hermana y que tampoco se investigó como feminicidio, sino como homicidio doloso, por lo tanto, había sido cerrado y solo había algunos datos digitalizados del expediente.

Marcela señala que la respuesta de la CEAVE les causó más indignación cuando comenzaron a revictimizar a su hermana cuestionando a qué se dedicaba en 1995, cuando fue asesinada, y asegurando que no se trató de un feminicidio.

Para Marcela lo más preocupante es que el presunto responsable siga en libertad, ya que nunca se ejecutó la orden de aprensión.

“Eso es lo que no dimensionan las autoridades indolentes, que siguen dándole a nuestra herida profunda en las vísceras, removiendo todo eso, no puedo creer que, en 2025, 30 años después, sigamos pasando por una arbitrariedad y una injusticia como esta”, señala Marcela.

La familia de Araceli llevó a cabo una manifestación pacífica el sábado 8 de marzo frente al edificio de la FEM, para exigir justicia y reconocimiento como feminicidio al caso de Araceli.

Rosaura Montañez, madre de Araceli / Foto: Elizabeth Ramos

Rosaura Montañez, madre de Araceli, ha buscando justicia en marchas y grupos de madres de víctimas de feminicidio. Por muchos años se le dijo que la investigación seguía abierta, cuenta Marcela. Con el tiempo, Rosaura se fue desgastando física y emocionalmente, pero sus hijos han seguido en la lucha.

En noviembre de 2017, en un acto protocolario en el Memorial del Campo Algodonero, el entonces gobernador del estado, Javier Corral Jurado, colocó 55 placas con los nombres de jóvenes y niñas víctimas de feminicidio. Entre ellas estaba el nombre de Araceli Esmeralda Martínez Montañez.

Corral dijo que las placas tenían la finalidad de recordar a las víctimas de la década trágica en Ciudad Juárez, “cuando en 1993, se empezaron a documentar homicidios brutales contra jóvenes y niñas, a quienes asesinos junto a la negligencia e ineficacia de gobiernos anteriores, les arrebataron sus vidas en ese entonces”.

“Vamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos, por nosotros, por la memoria de mi hermana y por todas las que están de 2012 hacía atrás, porque son muchas y no se me hace justo que a todas les vayan a cerrar la carpeta de la misma manera que lo están haciendo con nosotros”, advierte Marcela.

Foto: Elizabeth Ramos
Un infierno de irregularidades

Araceli Esmeralda fue asesinada el 4 de julio de 1995, cuando tenía 19 años, en una época marcada por decenas de casos similares en Ciudad Juárez.

Su cuerpo fue encontrado semidesnudo con múltiples marcas de tortura y cubierto con un pedazo de lona azul en un terreno baldío, a un costado de la Granja Santa Elena, en el Kilómetro 20.

Marcela relata que, de acuerdo con el peritaje y autopsia que les entregaron, su hermana fue golpeada con un tubo en la cabeza y luego asesinada. Fue estrangulada, torturada y agredida sexualmente.

El 3 de julio, su familia había empezado a buscarla. Y al día siguiente una llamada anónima informó sobre el hallazgo del cuerpo de una mujer en un lote baldío. Las autoridades dieron aviso a la familia para saber si correspondía a Araceli.

Marcela cuenta que, desde ese momento, empezó “un infierno” de irregularidades. El día que fueron a reconocer el cuerpo, no dejaron que Rosaura, su madre, pudiera ver el cuerpo porque “no querían que perdiera la compostura”, ya que estaba muy golpeada.

Araceli Esmeralda y su madre / Foto: Cortesía

“A mí mamá solo le permitieron verle los dedos del pie izquierdo para reconocerla, ya que argumentaron que tenía muy destrozado el rostro”, cuenta Marcela.

Además, las autoridades les asignaron la funeraria y el panteón en donde sepultarían a Araceli, un proceso para el cual tuvieron menos de 48 horas. Marcela recuerda que tampoco les permitieron verla, hacer una misa o pasar tiempo con ella, porque sellaron el ataúd.

“Fue cuando mi mamá cayó en la histeria y les gritó ‘¿pues qué están escondiendo? ¿por qué tanto secreto, tanto lío? ni siquiera pude ver a mi hija, me la tienen sellada, no puedo enterrarla donde yo quiero’”, cuenta Marcela.

La investigación que se inició en aquel momento señalaba a un presunto culpable, a quien las autoridades citaron a declarar, junto a otras amigas que la habían visto por última vez.

Las declaraciones y evidencias apuntaban a que un vecino y amigo era el presunto responsable. Cuando las autoridades lo fueron a buscar a una ferretería que se encontraba dentro del mismo fraccionamiento donde vivía Araceli, se percataron que a una de las lonas azules le faltaba un pedazo con las mismas dimensiones de la lona que cubría su cuerpo, cuenta Marcela.

Sin embargo, pese a las evidencias, no lograron detener al hombre, ya que había huido del lugar.  “Cuando se dan cuenta de todos estos indicios y tenían todas esas evidencias, el asesino ya había huido. Le dieron mucho tiempo de huir”, dice Marcela.

Foto: Elizabeth Ramos

Cuando los padres de Araceli quisieron continuar investigando, cuenta Marcela, las autoridades les recomendaron mejor irse de la ciudad y cuidar de los hijos que aún tenían.

Cinco años después, Rosaura continuó la búsqueda de justicia, pero cada vez que estaban cerca de capturar al presunto asesino, lograba huir y las autoridades no hacían nada más que asegurar que seguirían investigando.

Aunque Marcela era una niña cuando le arrebataron la vida a su hermana, tiene recuerdos muy presentes. Es quien ha continuado la lucha de su madre junto a su hermano. A su mente vienen aquellos momentos cuando Araceli le cantaba por las noches para que durmiera o cuando la peinaba para tomarle muchas fotos, dice Marcela.

 “Estamos seguros de que no somos las únicas y queremos que no se cierren más carpetas. Sabemos que esas heridas siguen abiertas, ahorita nos urge alzar la voz, porque ya nos la callaron mucho tiempo y ahorita ya no lo podemos permitir”, advierte Marcela.