Modelo Desafío ofrece formación en habilidades para la vida, el trabajo y emprendimiento a jóvenes de 17 a 35 años en situación de vulnerabilidad social. Tras participar en el taller de emprendimiento del modelo, Ana Chávez pudo emprender su negocio de pastelería y recibir un capital semilla.
Por Elizabeth Ramos / YoCiudadano
Ciudad Juárez, Chihuahua.– Ana Chávez recuerda que a los 16 años soñaba con emprender su negocio de pastelería. Desde entonces practicaba y hacía pasteles con harina de caja y el betún preparado que venden en los supermercados.
El gusto por la cocina lo heredó de su padre, quien la impulsó desde niña a aprender a cocinar y preparar juntos la comida o la cena para la familia. Mientras él le enseñaba, compartían tiempo, risas y conversaciones juntos, recuerda.
“Era uno de los momentos más especiales para mí, estar con mi papá. Ahorita ya falleció, pero él es uno de los personajes más importantes del porqué me dedico a los pasteles, porque él me motivó desde un principio”.
El camino para alcanzar su sueño no ha sido sencillo. Ana ha tenido que superar problemas familiares y económicos. También encontrar un balance entre ser madre y dedicarse a lo que más le gusta, la pastelería. El contexto social y comunitario en el que vivió su infancia y adolescencia fue un factor que le impidió avanzar y acceder a mejores oportunidades.
Hoy Ana tiene 30 años y su sueño comienza a ser una realidad. Recientemente cursó una capacitación técnica como junior chef en el Instituto Superior de Alta Cocina (ISAC), y con el apoyo del Modelo Desafío acaba de emprender su nuevo negocio: ‘Pasteleria Anas’, con el que busca ofrecer una variedad de pasteles de calidad y lograr estabilidad financiera para ella y su familia.
Ana fue acreedora de un financiamiento de 5 mil pesos tras concluir con éxito el taller de emprendimiento del Modelo Desafío. Con ello pudo comprar equipo y concretar su idea de negocio, que comenzó a imaginar desde los 16 años y que desarrolló cuando entró al modelo en abril de este año.
Ella forma parte de la generación 26 del Modelo Desafío, que tiene como objetivo brindar herramientas para la vida, el empleo y el emprendimiento a personas jóvenes de entre los 17 y 35 años en situación de vulnerabilidad social.
Para Ana, las generaciones de jóvenes están en constante cambio y hay que abrirles el camino y brindarles las oportunidades que a veces por sus contextos no tienen. Recuerda cuando en su colonia, al norponiente de la ciudad, no había este tipo de talleres y capacitaciones, y los pocos que llegaban eran insuficientes, pero los aprovechaba.
Cuenta que llevaba tiempo buscando oportunidades para reforzar sus conocimientos y emprender un negocio de pastelería en casa y después establecerse en un local, pero el cuidado de sus hijos no le permitía dedicar más tiempo a su idea. Además, los trabajos convencionales tampoco eran compatibles con sus ocupaciones y horarios.
Su historia en el Modelo Desafío comenzó en abril de este año en el Oratorio Lupita, junto a otras 23 jóvenes que al igual que ella buscaban oportunidades para estudiar una carrera y conseguir un mejor empleo o emprender un negocio.
Acerca de su formación en Desafío, Ana cuenta que primero aprendió sobre la disciplina, el trabajo en equipo y cómo comunicarse y manejar sus emociones. También aprendió sobre habilidades para el trabajo, por ejemplo, cómo hacer un currículum, cómo presentarse a una entrevista y cómo hablar en público sin miedo a equivocarse.
De las ocho capacitaciones técnicas que ofrece Desafío en tres escuelas diferentes, Ana decidió formarse como junior chef en el Instituto Superior de Alta Cocina (ISAC). Ahí, con la ayuda y paciencia de sus maestros y facilitadora, aprendió a hacer pasteles y repostería.
De acuerdo con Sandro Robledo, coordinador del programa Generando Oportunidades y del área de emprendimiento, el Modelo Desafío se ejecuta en dos fases. Durante la primera se da una formación de habilidades para la vida y el trabajo, en la cual las y los jóvenes aprenden sobre el trabajo en equipo, el respeto, la disciplina, y obtienen herramientas socioemocionales.
Sandro comenta que a través del deporte han encontrado la forma de influir positivamente en la vida de las personas jóvenes.
“Consideramos que es la esencia del modelo, por el compañerismo que se hace: la unión con los jóvenes, que se inserten en grupos positivos donde hay un facilitador que trabaja con ellos a la par y que también puedan generar sus redes de apoyo, cuando en sus familias no las tienen”, comparte Sandro.
La segunda fase del modelo consiste en una capacitación técnica en el Centro de Entrenamiento en Alta Tecnología (Cenaltec), el Instituto Superior de Alta Cocina (ISAC) o el Instituto Celebrity. Entre el abanico de carreras técnicas que pueden elegir las personas jóvenes están administración y ventas, auxiliar contable, moldeo por inyección de plástico, electromecánica, mantenimiento industrial, aplicación de uñas, corte y color y junior chef.
Sandro Robledo menciona que, una vez que deciden la carrera en la que se capacitarán durante seis meses, la idea es que se inserten en algún empleo formal o que tomen el taller de emprendimiento para desarrollar una idea de negocio acorde a sus intereses y lo que estudiaron.
Ana fue una de las jóvenes de la generación 26 que decidió emprender un negocio y, para ser parte de los beneficiados con el capital semilla de cinco mil pesos, trabajó en su proyecto plasmando la visión, la misión, un modelo de negocios y la imagen de su emprendimiento, para posteriormente presentarlo ante coordinadores y facilitadores de Desafío.
Sandro explica que en el taller de emprendimiento los jóvenes parten de una idea, es decir, no es necesario que tengan conocimiento previo ni una idea preelaborada. El propósito del taller es enseñarles a diseñar su negocio desde cero, que analicen qué tan viable es su idea, realizar un análisis FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas), un modelo canvas, un análisis de mercado y un análisis de sus clientes ideales.
Ana opina que el apoyo de su facilitadora fue de gran ayuda, pues, aunque ya tenía una idea de negocio, no lo había potenciado ni planificado, hasta que llegó a Desafío.
Hoy su emprendimiento ofrece una variedad de pasteles, uno de ellos dedicado a su padre: una tarta de arroz con leche y cúrcuma.
Aunque por el momento solo trabaja en casa y bajo pedidos, la idea de Ana es potenciar su negocio y tener un local a donde puedan ir las familias y convivir, además de exhibir y vender sus productos en supermercados.
“El entrar a Desafío me cambió la vida, mi cabeza dio un giro de 360 grados y cambió mi pensamiento. Ha sido muy desafiante para mí, y más como mujer”, señala Ana.
Aferrarse a su sueño y emprender su negocio también significó romper el rol de género que no le permitía salir del hogar y emprender; “siempre he sido una mujer trabajadora, por eso yo ya necesitaba este giro”, comparte.
Más de 10 años creando oportunidades para las juventudes
Creado en 2011, Desafío está presente en ocho centros comunitarios de la ciudad y se enfoca principalmente en jóvenes en situación vulnerable que viven en las zonas de mayor incidencia delictiva, sobre todo en aquellos que no estudian ni trabajan, así como para quienes cuentan con trabajos inestables o informales.
De acuerdo con Sandro Robledo, el programa busca romper con el estigma que hay alrededor de las juventudes que no estudian ni trabajan, y, al contrario, brindarles oportunidades de autodesarrollo y empleabilidad: “consideramos que a veces las situaciones y su contexto no son los adecuados para ellos, y tratamos con el modelo Desafío brindarles todo el apoyo que necesiten”, señala.
Una de las características del modelo, comenta Sandro, es que requiere de mucha voluntad. Es decir, no se obliga a nadie a participar y se realizan entrevistas previas para conocer si es el momento indicado formar parte del programa. Se busca que las personas estén ahí por gusto y ganas de aprender.
De acuerdo con Sandro, en la actualidad han identificado que las juventudes ya no buscan solo el trabajo formal o convencional, sino que algunas están más interesadas en el emprendimiento porque tienen habilidades y conocimientos previos. Comparte que han tenido casos de éxito de personas que formalizan sus emprendimientos y terminan convirtiéndose en fuentes de empleo.
Incluso para aquellos jóvenes que desean continuar en un trabajo formal, el objetivo del modelo es que se superen y después de estudiar alguna capacitación técnica puedan ascender a mejores puestos.
El trabajo de Desafío también ha permitido detectar múltiples factores de riesgo a los que se enfrentan las juventudes. Sandro señala que la mayoría de los jóvenes que han atendido viven en las colonias del suroriente, por lo que el contexto de desigualdad social de ese polígono impacta directamente en las pocas o nulas oportunidades de desarrollo que pueden tener.
“Hemos identificado que el contexto social les impide o les pone obstáculos. También el que sean madres y padres a temprana edad, y la parte de la movilidad afecta mucho la percepción de las juventudes”, señala Sandro.
Hoy que Ana ha logrado emprender su negocio, su siguiente paso es tener un local y posteriormente acudir a centros comunitarios para compartir con otros jóvenes su experiencia y brindarles oportunidades de capacitación en su pastelería.
“Hoy los jóvenes ya piensan en seguir adelante y no estancarse nada más en la colonia, en el barrio. O sea que reconocen que puedan superarse, y ese es mi objetivo, que otras personas y jóvenes se superen”, dice Ana.