Con un modelo de atención integral que incluye educación, atención psicológica y actividades culturales, deportivas y de emprendimiento, el Centro de Investigaciones y Desarrollo de Proyectos Sociales, Educativos y de Salud (Cideses) ofrece oportunidades de desarrollo para las juventudes en Ciudad Juárez.
Por Elizabeth Ramos/YoCiudadano
Ciudad Juárez, Chihuahua.— En Ciudad Juárez, las personas jóvenes se enfrentan diariamente a un contexto marcado por la violencia y a una grave vulnerabilidad social causada por el abandono, la depresión, la ansiedad, la violencia familiar y la delincuencia, señala Josué Núñez, coordinador de actividades recreativas y emprendimiento del Centro de Investigaciones y Desarrollo de Proyectos Sociales, Educativos y de Salud (Cideses).
Desde sus inicios en 2008, Cideses —ubicado en la colonia Lucio Blanco y que opera también en el fraccionamiento Parajes de San José— ha enfocado sus esfuerzos en atender a la población juvenil de los 12 a 24 años en situación de vulnerabilidad social que habita en las zonas más alejadas de la ciudad, como el suroriente.
La organización ha identificado que los jóvenes que habitan esa zona se enfrentan a condiciones de desigualdad social más complejas, como el desempleo, la deserción escolar, el consumo de drogas, el rezago de infraestructura en sus colonias, la falta de acceso a servicios públicos como la educación, la salud y a espacios de recreación.
“No hay infraestructura para los jóvenes de esa zona que sea suficiente, porque es una cantidad ya muy grande de jóvenes que habitan en el suroriente”, apunta Josué Núñez.
Tan solo el 32 por ciento de la población de Juárez corresponde a jóvenes y adolescentes de los 12 a 29 años, es decir, alrededor de 484 mil 507 personas, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del INEGI. El rango de edad que concentra mayor población es el de 15 a 19 años con 138 mil 623 jóvenes.
Además, según el boletín ‘Condiciones de vida de la población juvenil en Juárez 2020’, de la Red de Experiencias Juveniles Comunitarias ‘Tira Paro’, en el suroriente de la ciudad se concentra la mayor cantidad de población joven de 15 a 24 años.
Frente a este panorama, Cideses ha desarrollado un modelo de atención integral que promueve y defiende los derechos humanos de las juventudes y la prevención de la violencia, a través de programas de salud mental, reinserción educativa y social, y actividades deportivas, culturales y de emprendimiento.
Educación, deporte, cultura y emprendimiento: un oasis de crecimiento
A la escasez de espacios para la recreación y el arte en el suroriente de la ciudad se suma una grave problemática de deserción escolar y falta de infraestructura educativa, que expone a las juventudes a otros factores de riesgo, como la delincuencia, el consumo de drogas y el crimen organizado, señala Josué.
A través del programa ‘Va de Nuez’, los jóvenes y adolescentes de 15 a 24 años pueden retomar sus estudios de secundaria con clases diarias que se ajustan a sus necesidades y contexto, por lo que también se pueden llevar a cabo en modalidad virtual y presencial.
El programa se imparte en las dos sedes de Cideses, sin embargo, ha generado mayor impacto en el Fraccionamiento Parajes de San José “porque ahí es donde existe una alta cantidad de personas, desde chicos a grandes, que necesitan terminar su educación”, comenta.
El boletín ‘Condiciones de vida de la población juvenil en Juárez’ señala que en el suroriente existen carencias en equipamiento, entre estas, la falta de instituciones educativas. Hasta el 54.96 por ciento de la población de 12 a 29 años en este sector de la ciudad no asiste a la escuela.
Jaziel Vidal Armenta tiene 16 años y recientemente concluyó la secundaria en Cideses. Ahora se prepara para ingresar a una preparatoria, aunque quiere seguir participando en los talleres deportivos e impulsar a otros jóvenes a ingresar a la asociación.
Hace tres años, cuando recién iniciaba la pandemia, Jaziel se vio obligado a suspender sus estudios. Ante la falta de herramientas digitales y redes de apoyo que lo impulsarán, no logró continuar sus clases en modalidad virtual. Pero al poco tiempo encontró a Cideses.
Jaziel cuenta que ha estado expuesto a muchos factores de riesgo en su entorno, como las drogas, la violencia y la delincuencia. En más de una ocasión le ofrecieron consumir sustancias y opina que son situaciones muy normalizadas.
También la violencia familiar es un detonante de factores de riesgo: “si tienen problemas en sus casas, van a buscar una escapatoria y se van a ir a la calle, y en la calle no van a encontrar muchas cosas buenas”, opina Jaziel.
Además de concluir la secundaria, Jaziel participa en el taller de Artes Marciales Mixtas (MMA), un deporte que considera lo ha ayudado a mejorar su condición física, mantenerlo ocupado y controlar su hiperactividad.
Josué Núñez explica que, tras detectar que los jóvenes no utilizaban de manera positiva su tiempo libre, se diseñaron espacios libres de violencia para el desarrollo de actividades culturales, deportivas, artísticas y de emprendimiento.
Además del taller de MMA, se imparten clases de guitarra, danza aérea, gimnasia rítmica, boxeo, fútbol, taller de arte grafiti y oficios de emprendimiento como talleres de barbería y estilismo.
El objetivo de cada taller no es únicamente que los jóvenes tomen su clase y se vayan a casa, sino que participen en concursos, hagan presentaciones, generen redes de apoyo, se asuman como agentes de cambio y se reten a sí mismos a cambiar sus hábitos y actitudes, explica Josué.
Aumentan casos de ansiedad y depresión en jóvenes
Uno de los aspectos más importantes que atiende Cideses para que las personas jóvenes se desenvuelvan sanamente en sus entornos familiares y sociales, y participen en actividades culturales, deportivas y educativas, es el psicológico.
Josué Nuñez explica que, a raíz de la contingencia sanitaria por la pandemia de Covid-19, se identificó un aumento en los índices de depresión y ansiedad en las juventudes que acuden a Cideses. Por lo menos un 75 por ciento de sus beneficiarios presentan estos trastornos mentales, lo que puso de relieve la necesidad de priorizar la atención a la salud mental para dar soporte al resto de los programas.
Roberto Mendoza, coordinador del área de Salud Mental y Emocional de Cideses, afirma que, además de la pandemia, uno de los detonantes de este aumento es el contexto de violencia que se vive en el suroriente, aunado a un entorno que “no los apoya ni les brinda las herramientas para abordar las situaciones complejas a las que se enfrentan”.
“Estamos trabajando con adolescentes en situaciones de riesgo y por el mismo contexto hemos identificado que están presentando episodios de estrés, ansiedad y depresión, cuestiones de baja autoestima y casos puntuales de intentos de suicidio y autolesiones”, señala Mendoza.
Un estudio realizado en 2022 por la Red de Organizaciones dedicadas a la prevención y atención de Trastornos Mentales, Neurológicos y por Abuso de Sustancias (Rotmenas), advierte que un 57.2% de las mil 643 personas de 10 a 19 años encuestadas sufre de depresión, que puede ir de leve a moderada o grave.
El 64.5 por ciento de los jóvenes también dijo haberse sentido nervioso, ansioso o asustado, y otro 55.8 por ciento dejó de hacer cosas que quería porque le hacía sentir nervios.
Datos de la Fiscalía General del Estado (FGE) indican que durante el año pasado 129 personas se suicidaron en Ciudad Juárez, de las cuales 52 eran adolescentes y adultos jóvenes en el rango de edad entre los 12 y los 30 años.
Acompañan la reinserción social
Aunque la atención y los talleres de Cideses están dirigidos a los jóvenes de la comunidad, no se limitan a esa población; también se atienden casos de adolescentes en conflicto con la ley o libertad asistida que son canalizados por el sistema Justicia Cívica municipal.
Como parte de su proceso de reinserción social y restitución de derechos, la organización les brinda acompañamiento psicológico con terapia individual y familiar, talleres de prevención de la violencia y cultura de la legalidad.
El modelo de atención del área de Salud Mental y Emocional de Cideses incluye acompañamiento individual, grupal y familiar, mediante terapia breve con un enfoque cognitivo conductual, y talleres psicosociales con temas prevención de la violencia y habilidades para la vida.
Roberto explica que, a través de los talleres, las juventudes fortalecen sus habilidades de comunicación asertiva, resolución de problemas, pensamiento crítico, empatía y autoconocimiento, para ayudarles a mejorar sus relaciones interpersonales e identificar factores de riesgo, depresión y ansiedad.
Algo fundamental, dice Roberto Mendoza, es que los jóvenes trabajen y enfrenten sus procesos con optimismo: “que ellos aprendan que, a pesar de que están en una situación complicada, es una situación que en algún momento va a tener fin, y con sus mismos recursos y redes de apoyo que están generando, lo reconozcan y con eso puedan salir adelante”.
Otro elemento central es la generación de redes de apoyo, que “son estas personas en las cuales ellos puedan recurrir, confiar o apoyarse (…) nosotros tratamos de pertenecer a esa red de apoyo”, explica.
Mendoza afirma que en el suroriente hay menos atención a la salud mental y se debe principalmente al acceso limitado a servicios en de salud en general en la zona, y al tabú que aún existe en torno a su cuidado.
Frente a ello, “la misma comunidad genera sus propios mecanismos resilientes para enfrentar el contexto, a veces no generan redes de apoyo, pero se vuelven una sociedad más dura o menos emocionales”, señala Roberto.
Un ejemplo es el Fraccionamiento Parajes de San José, que a partir del acompañamiento comunitario y los talleres socioculturales ha logrado cambios en la dinámica vecinal. “Se han vuelto autocuidadores de su zona (…) los mismos vecinos cuidan del entorno y se cuidan a sí mismos”, cuenta Josué Núñez.
El trabajo de Cideses en salud mental ha generado otros impactos positivos en los jóvenes, entre ellos cambios de comportamiento y mejor control e impulso de sus emociones, además de la disminución de la depresión y la ansiedad.
“Chicos que vienen muy enojados, muy tristes o con muy baja autoestima y que, a partir de las actividades, con la intervención psicológica o con haber creado vínculos de amistad (…) van generando crecimiento y desarrollo de habilidades”, agrega Mendoza.
Escuchar a las juventudes, lo primero
Para Josué, como interventor educativo, es necesario primero escuchar a las juventudes y verles como sujetos de derechos y oportunidades. “El joven por sí solo es capaz de explicarte absolutamente todo lo que padece y lo que necesita”, asegura.
Una vez que se detectan las necesidades de los jóvenes, se deben generar espacios libres de violencia que les brinden oportunidades de desarrollo de sus habilidades y trabajar en estrategias con otras instituciones y con el gobierno, explica.
“Existe un avance importante, y desde la experiencia de los que intervenimos directamente vemos que los jóvenes han cambiado su manera de proyectar lo que quieren a futuro”.
Jaziel Vidal pronto entrará a la preparatoria y además comenzó a colaborar como promotor comunitario voluntario en Cideses, pues desea aprovechar su tiempo, proponer talleres y ayudar a otros jóvenes en vulnerabilidad.