diciembre 22, 2024

Maestra víctima de violación tumultuaria exige justicia; sus agresores están prófugos

Victoria aceptó la invitación de una amiga suya en mayo pasado para ir a una fiesta en la que habría otros profesores, como ella, de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), Chihuahua. Nunca imaginó que esa noche le cambiaría la vida, cuando horas después, entre cuatro hombres la violaron, durante horas y de distintas maneras. Diez meses después, sigue esperando justicia, ya que tres de sus presuntos agresores están prófugos, uno ni siquiera tiene orden de aprehensión porque según la Fiscalía solo cometió “abuso sexual” y no violación, y únicamente uno de los profesores atacantes fue detenido, pero todavía no ha recibido sentencia. Además, un quinto académico que estuvo en la fiesta y que, según la víctima, la escuchó gritar y mejor se fue sin hacer nada, no solo no está acusado de cómplice, sino que sigue dando clases en la universidad. El nombre de Victoria es ficticio para proteger su identidad, aunque acepta hablar en entrevista con Animal Político. De hecho, en su momento ella no quería que su caso se hiciera público, pero un diario local publicó la noticia y reveló los detalles más escabrosos de lo que le habían hecho. Por esa filtración de la carpeta de investigación, también hay una queja contra la Fiscalía ante la procuraduría de Derechos Humanos, que tampoco ha tenido ningún avance.

La violación tumultuaria

Victoria tiene 28 años. Ya tiene una maestría y lleva dos años y medio dando clases en su alma máter. El 3 de mayo de 2019, una amiga que es más joven pero siempre se rodea de profesores la invitó a una fiesta. Le dijo que era por el Día del Maestro, aunque faltaran casi dos semanas. Y Victoria aceptó pensando que podría hacer nuevos amigos de su gremio. Cuando llegó, no había muchos más invitados que ellas dos y cinco hombres, todos ya de más de 30. Solo conocía a uno de ellos, muy cercano a su amiga: Arturo Paz. Pero no quiso ser desconfiada; finalmente se trataba de hombres con nivel educativo de maestría y doctorado, académicos reconocidos por su universidad, y dos de ellos, casados. “Se hizo una carne asada, nos ofrecían mucho alcohol, sobre todo a nosotras dos. Y yo pensando ingenuamente que pues eran maestros, que no había peligro de que me pasara nada, que si en algún momento me ponía borracha me iban a llevar a mi casa o pedir un Uber… o algo así  normal, que no iba a pasar nada extraño. Me confié…”, lamenta ahora, como si la confianza fuera un error. Recuerda que organizaron un juego de palabras en el que casualmente siempre perdían ellas y los hombres les daban caballitos de tequila de castigo. Siempre servían ellos los tragos y les daban de beber. Era ya de madrugada y Victoria se sentía muy mareada, así que decidió que era hora de irse. Su amiga estaba en un cuarto con Paz, llorando. Ella quiso consolarla, saber qué pasaba, retirarse juntas. Pero entonces, los cuatro hombres decidieron que esa noche, no se les iba a ir así. “Yo me acerqué a consolar a mi amiga. En eso llegan los otros tipos y uno de ellos me sacó al pasillo. Y ahí es donde empezó… Primero fue él, luego llegó otro tipo, entre los dos me agarraron… Después llegó otro y eran ellos tres alrededor de mí… Me sometían…”, cuenta Victoria, haciendo pausas para tomar aire y tomar valor. “No sé cuánto duró, para mí duró una eternidad… Y el otro tipo esperó a que los otros terminaran de hacerme…  lo que me estaban haciendo, y me llevaron a la habitación del fondo. Cuando me llevaron todavía estaban ahí mi amiga y él”. La maestra gritaba el nombre de su amiga. Supone que ella no la escuchaba, pero sostiene que el otro maestro sí debió darse cuenta de lo que estaba pasando. Paz vive en el departamento de abajo de donde era la fiesta, así que tomó a la amiga y se bajaron a su casa, dejando sola a Victoria con los otros cuatro hombres: Alejandro Garza Saenz y Roberto Saenz Maldonado, que vivían ahí, e Israel García Salmoran y Geovani Esaú García Sánchez, según publicaron medios locales. En un momento logró salir a la calle. “Quería buscar a mi amiga pero ellos salieron y me volvieron a meter al departamento. Yo no podía hacer nada, me sentía muy torpe, todo lo veía nublado, no podía ni siquiera caminar bien”, dice. Cayó inconsciente. En un momento despertó con uno de ellos todavía abusando de su cuerpo, y solo pensó que quería que aquello acabara. Cuando por fin pudo levantarse, alrededor de las 9 de la mañana del 4 de mayo, se vistió aturdida y se fue en un Uber. “Todo el día estuve como… como que no me creía lo que me había pasado… como ida. Me acuerdo que me bañé muchas veces”, recuerda. “Mi primera idea era hacer de cuenta como que no pasaba nada y que me iba a olvidar de todo, que nadie tenía por qué enterarse y seguir con mi vida. Pero no podía dejar de pensar en eso…”

La revictimización pública

Victoria estaba asustada, primero quería olvidarse de todo, pero finalmente denunció ante el Ministerio Público. Los peritajes médicos confirmaron la versión de la maestra de lo que le habían hecho esa noche. Desde el 9 de mayo, dos días después de puesta la denuncia, la agente del MP solicitó que se dictaran órdenes de aprehensión contra los implicados por el delito de violación con penalidad agravada, cuya pena va de 10 a 30 años de prisión. El juez las concedió hasta el 22 de mayo. Y solo tres, contra Geovani, Israel y Alejandro. A Roberto no le dictaron orden de aprehensión porque como Victoria dijo no recordar si él también la penetró cuando la tuvo encerrada en un cuarto, no se considera violación, a pesar de haber participado en las acciones para someterla y ser testigo de lo que hicieron los otros. Pero ese mismo día, un diario local publicó la noticia sin dar el nombre de la víctima: “Acusan a 4 maestros de UACJ de violar a su compañera”. Y entonces, los cuatro acusados se dieron a la fuga. Lo peor vino dos días después, cuando publicó en portada el titular “El inocente perreo con final trágico”, que correspondía a una columna editorial sin firma, en la que, de ocho párrafos, solo uno mostraba pena por la víctima y cinco lamentaban la situación de los presuntos violadores y que se perdiera la inversión hecha en sus maestrías y doctorados, a pesar de que seguían libres. Se refería al crimen con expresiones como “un infortunio”, “tragedia inesperada” o “instantes de falta de prudencia”, aunque el ataque duró horas. “Me hizo enojar mucho porque cómo es posible que tengan acceso a una información tan confidencial”, recuerda Victoria molesta. “Y luego lo otro donde me culpaban ahí, decían que cuatro doctores sufrían ahora… Me dio mucho coraje”. Por la filtración de la carpeta de investigación se interpuso la queja 174/19 ante la procuraduría de Derechos Humanos contra la Fiscalía General del Estado de Chihuahua, “por no actuar con la debida diligencia”. Animal Político pudo confirmar que la investigación sigue abierta, pero no se hace de oficio, y como ya no ha acudido la asociación civil Casa Amiga, que fue quien la puso a nombre de la maestra, ya no hay avances. Por la columna, la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres (Conavim) emitió un comunicado reprobando los términos empleados por el Diario de Juárez, que revictimizaron a la profesora, y lo conminaron a emitir una disculpa pública. El diario no solo no lo hizo, sino que publicó en portada que había sido un intento de censura, además de insistir en el tema con otras columnas, como una titulada “¿Feministas o feminazis?” para criticar la indignación que produjo la publicación. Animal Político preguntó varias veces a Conavim si existía algún seguimiento al hecho de que no hubo disculpa pública, pero el cuestionamiento fue ignorado.

El lento proceso de justicia

Victoria le decía al Ministerio Público que los maestros probablemente seguían yendo a la universidad, pero no iban a buscarlos, asegura. Fue hasta tres meses después, el 4 de agosto, que por fin uno de ellos, Geovani, fue detenido por casualidad, ya que cometió una falta administrativa leve en la vía pública, y al consultar sus datos la policía vio que tenía una orden de aprehensión. Hubo una manifestación de alumnos abogando por el maestro y entrevistas a su esposa, previo a su audiencia ante una jueza de control. Sus declaraciones fueron ampliamente difundidas por el mismo periódico, en las que acusó a Victoria de haber sido ella quien lo tocó y luego atribuyó la denuncia a intereses políticos de otro profesor, que la estaba utilizando porque quería quedarse con sus materias. Sin embargo, la propia Fiscalía descartó esa versión porque dicho profesor pertenece a otro programa y sus clases no tienen nada que ver. Victoria empezó a desconfiar del proceso cuando se acordó que su declaración fuera dos días después y su abogada, extrañamente, le dijo que si no quería no se presentara, además de otras anomalías, por lo cual buscó otros asesores legales. Luego, al presentarse en audiencia, sufrió preguntas revictimizantes, como que le cuestionaran por qué no gritó. Nuevamente, el diario local publicó exhaustivamente los detalles de la violación que salieron a relucir. “Te hacen preguntas, algunas demasiado crudas. La última que me hizo fue que si había gritado, que por qué no había gritado. Y ahí es donde le dije: cómo quería que gritara si todos me tenían en el piso, agarrándome del cabello, con la boca llena… pues de ellos. No podía hacer nada… Estuvo muy feo porque te vuelven a hacer que recuerdes, y que cuentes, y estás sola a merced del abogado. Mi abogada ni dijo nada. Sentí que estaba ahí sola frente al que me estaba interrogando”, expresa la maestra. El detenido fue vinculado a proceso. Pero después de siete meses, no se le ha dictado sentencia. De los otros tres, nada se sabe, y Victoria no ha recibido ninguna notificación de qué diligencias se están haciendo para encontrarlos. “A nivel nacional, que yo sepa, no los han boletinado. No se ha hecho mención de las órdenes de aprehensión a nivel nacional; está todo en Juárez. Pero si esas personas ya no están en Juárez y están en cualquier otro estado, pues no sé cómo piensan detenerlos”, se queja. En la Universidad, ella habló directamente con el rector, que le ofreció su apoyo, pero tampoco hubo grandes acciones. En su momento, solo se publicó un comunicado condenando los hechos y hasta julio se dio a conocer que ya no daban clases porque dejaron de acudir. De acuerdo con comunicación social de la UACJ, ya no existe ninguna relación laboral, aunque en el directorio de investigadores todavía es posible encontrar sus nombres y su nivel de estudios. Arturo Paz, el que estuvo presente en la fiesta y cuando fue interrogado declaró que no había visto nada y culpó a Victoria por lo ocurrido, sigue dando clases en la universidad, a pesar de que en manifestaciones que han organizado alumnas contra el acoso sexual, han pedido que sea cesado.

Seguir adelante en un contexto machista

En otros países, violaciones múltiples han sacudido a la sociedad: en India en 2012, el caso de una estudiante de 23 años violada entre seis hombres que terminaron matándola desató una ola de violentas protestas; en España en 2016 el caso de “la manada”, cinco jóvenes que violaron a una chica de 18 años en la pamplonada, fue seguido con indignación por tres años hasta que se corrigió una primera sentencia considerada insuficiente. Pero en México, esta violación tumultuaria apenas fue reportada por algunos medios nacionales y más bien se quedó como noticia local de Ciudad Juárez, que es mundialmente conocida por la violencia extrema contra las mujeres. En lugar de indignación, Victoria se encontró en las redes a mucha gente opinando que ella era “la mala” de la historia, la que los incitó a hacerle lo que le hicieron entre cuatro, por coqueta, por tomar tanto, por bailar… “Al principio sí me afectaba mucho ver todos los comentarios… Es que en Juárez hay mucho machismo. Y la gente poniendo: es que ella lo provocó, ella lo quiso violar a él, ella se lo inventó… ¡Yo qué!”, exclama molesta. Cuenta que los primeros días no quería ir a sus clases, iba como zombie y se inventaba actividades que tuvieran que hacer los alumnos para ella hacer lo menos posible. Hasta un estudiante le preguntó qué le pasaba, si ella siempre era muy sonriente. Por fortuna, también se encontró con colectivas de mujeres que han protestado por ella durante estos diez meses. El lunes pasado, después de las históricas marchas por el Día Internacional de la Mujer, en Ciudad Juárez se manifestaron afuera de la Fiscalía de la Mujer por los nulos resultados en la investigación de su caso de violación múltiple, así como del feminicidio de la activista Isabel Cabanillas, el 19 de enero pasado. Cuando el ataque ocurrió, estaba en trámite para entrar al doctorado justo en el instituto en el que eran profesores sus agresores. Estuvo a punto de abandonarlo, pero decidió seguir adelante con su carrera. “En un momento sí pensé en ya no entrar ahí, dije: cómo voy a entrar donde mismo que estos sujetos… Pero no puedo detener mi vida por culpa de ellos”, decidió. “Ahorita lo que siento es coraje. Al principio era miedo; ahora ya es coraje… Ganas de buscarlos yo… o no sé qué hacer. Mucha gente como que no cree porque no salgo en la televisión, porque no digo quién soy… no sé qué esperan que haga. Entonces escribí una carta dirigida a las chicas”. Esa carta, que puedes leer aquí, busca inspirar a otras mujeres víctimas a levantarse y a luchar. Ella, mientras tanto, seguirá exigiendo a las autoridades hasta que se haga justicia.