
Ciudad Juárez, Chihuahua.— Cuando las luces cambian a rojo, los artistas de semáforo aprovechan al máximo los segundos para presentar un acto entretenido y hacer más ligera la espera de los conductores. Cada artista usa distintas herramientas para atrapar la atención de sus espectadores: algunos se caracterizan de payaso, otros tocan algún instrumento, e incluso hay quienes exhiben mensajes de concientización, acompañados de malabares.
Fernando García López, conocido como ‘Balam’, es un viajero de la Ciudad de México que trabaja desde hace nueve años en los semáforos: “Lo hago porque me gusta, tengo una libertad que no tengo en otro trabajo. Además pongo mis mensajes de conciencia porque se necesitan en un país donde hay tantas problemáticas”.
Fernando cuenta con la credencial que otorga el Instituto para la Cultura del Municipio de Juárez (IPACULT), que, de acuerdo con su director, Miguel Ángel Mendoza Rangel, cualquier artista que labore en las calles o cruceros de la ciudad puede tramitar para identificarse como tal.
La credencial es gratuita y debe solicitarse cada seis meses; sin embargo, uno de los requisitos para adquirirla es presentar una carta de no antecedentes penales.
De acuerdo a la Ley Federal del Trabajo, los ex-convictos tienen el derecho a tener un trabajo digno y reinsertarse en la sociedad. Además, según el artículo 12 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el respeto a la vida privada es un derecho humano que permite un marco de seguridad jurídica contra la intromisión de algún tercero, garantizando que los demás no tengan información sobre datos, respecto de una persona que no quiera que sean públicamente conocidos.
“Esto es a lo que me dedico, vengo a los cruceros todos los días entre dos y tres horas. No puedo tener un trabajo estable porque siempre estoy viajando. Mi plan es irme a León, Guanajuato, en unos meses”, explicó Fernando García.
Federico Ortega se convierte en ‘Chapol Tuercas’ cuando entra en su personaje de payaso, y hace más de tres años que se dedica a realizar malabares con una vistoso cubo en los cruceros:
“Le encontré gusto a esto cuando hice amigos que viajaban a muchas partes del país y el mundo gracias a los malabares. Yo nunca había salido de mi barrio; busqué algo que me ayudara a solventar los gastos de mis viajes, y hasta ahora el malabar me ha llevado a conocer catorce estados de México”.
Chapol asegura que nunca ha tenido inconvenientes con policías, otros artistas o vendedores. “Nunca he tenido ningún problema con nadie, y es que tenemos un código entre nosotros: no puedes llegar a un crucero si ya hay alguien haciendo su trabajo ahí. Te haces a un lado y buscas otro lugar”.
El Director de IPACULT declaró que los policías no pueden retirar los instrumentos de trabajo a los artistas, aunque no cuenten con la credencial: “Si ellos no hacen nada malo a la hora de ejercer su trabajo, la policía no debe molestarlos, a menos que haya una queja directa por parte de otra autoridad o un conductor”.
Jonathan Arellano es originario de Ciudad Juárez y tiene más de diez años haciendo malabares con la ayuda de tres clavas y un monociclo, aunque fue hace apenas cuatro años que dejó de verlo como un pasatiempo y lo convirtió en su profesión.
Estudió música en el Centro Municipal de las Artes (Cema), pero luego se dedicó a viajar y a hacer malabarismo: ‘‘El arte me ha hecho libre, me ha abierto muchas puertas, me permite conocer lugares, organizar mi tiempo, puedo practicar y me mantiene despierto. Además me gusta mucho porque la música y el malabarismo tienen mucho en común: ritmo, tiempo, matemáticas, entre otras cosas’’, comenta Jonathan.
Aunque el malabarista asegura que en Juárez sí hay libertad para trabajar en los cruceros, hay otras ciudades, como Aguascalientes o Ciudad de México, donde los policías son más hostiles.
Jonathan cree que la gente ya está acostumbrada a ver artistas callejeros y que respetan su trabajo, sin embargo, dice que aún hay algunos automovilistas a los que no les gusta que estén en los cruceros: “A veces me hacen comentarios fuera de lugar como ‘ponte a trabajar’ ,que es el clásico, o ‘haz algo de tu vida’, sin embargo, no saben lo que nos cuesta estar aquí”.
Si algo tienen en común estos artistas, es que ven en esta profesión una oportunidad para conocer el mundo. Se sienten libres e incluso aseguran que son más felices desde que decidieron tomar este rumbo.